Perdona sin recordar

San Pablo nos exhorta Sopórtense unos a otros y perdónense mutuamente por que el Señor los ha perdonado. (Colosenses 3:13). El perdón es muy difícil en ciertas circunstancias. Se ve claro eso cuando uno se confiesa de haber robado cosas o fama. El confesor está obligado a mandar “restituir” lo robado. Como se ve eso es algo complicado, en especial cuando se trata de la buena fama de los demás, o incluso de los bienes ajenos. El perdón no necesita ser inmediato. A veces, cuando lo que hay que perdonar es algo muy serio, es imprescindible alejarse de la persona malvada. Con todo, se puede llegar a perdonar considerando que Jesucristo nos perdona a nosotros cuando estamos arrepentidos. Sin arrepentimiento no hay perdón. El perdón de Jesús es gratuito, pero exige antes cambiar de vida y de mente.

Lo valioso de esto para es que la vida exige que nos soportemos unos a otros: aunque suene duro es difícil la convivencia humana y exige que aguantemos muchos desplantes, abandonos, encierros y maltratos, como soportó el mismo Jesús durante su vida mortal. En nuestro caso incluso debemos soportar las debilidades propia de nuestra condición pecadora y humana: nos enfermamos cuerpo, la psique y el alma, Sufrimos la consecuencia de vivir. Así como da ir creciendo cuando uno es chico, nos molesta porque los achaques que van llegando con la edad, y sobre todo nos duele que se mueran los seres queridos o no tan queridos. Porque a veces quisiéramos haber podido perdonar a muchos antes de su muerte. Después de la muerte sólo podemos rogar por los difuntos.

Es muy oportuno hacer lo posible para no recordar las ofensas, porque nos pueden enfermar o bien mucha gente queda resentida y con deseos de venganza. Cuántas mentiras hay que padecer Cuántos abusos de confianza se conocen! Cuántos ocultamientos, estafas, fraudes se hacen detrás nuestro. Por eso el campesino avezado dice: El ojo del amo engorda el ganado. O sea hay que estar vigilantes y cuidar la propia tierra.