Amor y Alegría,  Educación,  Sociedad

Violencia en las escuelas

Hay agresiones de alumnos hacia sus docentes, como así también tomas de colegio. Existe un clima de desorden. Falta la paz necesaria para que el proceso educativo se desarrolle y dé frutos. Sin orden es difícil estudiar y enseñar, transmitir valores, entablar una relación normal entre maestros y discípulos. Es imposible educar.

En las aulas debe reinar la paz. El orden es bueno, y mucho más es la autoridad. Se trata de una cuestión de autoridad. Hay prejuicio al decir autoridad: suena a autoritarismo. No es así.

Algunos piensan que estas faltas de respeto graves y la violencia hacia docentes y otros, es por falta de autoridad de los docentes. Puede ser. Pero ocurre que la misma institución escolar se encuentra en un trance de desorden que anula el ejercicio de autoridad. El ambiente de la institución no favorece el desarrollo de los alumnos.

A menudo los chicos traen esto de su casa. La autoridad educativa de los padres, ha quedado desplazada. Nadie puede ejercer esa autoridad si él no ha crecido. Hay gente que debe usar autoridad, pero no está capacitada, sean docentes o padres de familia.

Cuando no han crecido ellos, ni son adultos serenos y maduros, es difícil que puedan hacer madurar a los chicos que traen la carga de la problemática de la cultura joven de hoy y la crispación que se vive en la sociedad. Eso influye en el ámbito interno de la escuela e impide que el proceso educativo pueda desarrollarse de un modo normal y con los frutos que son de esperar.

En cada generación debe renovarse esa delicada tarea de la transmisión de verdades, valores, objetivos que cada generación tiene que recrear, aunque no desde la nada, sino desde la recepción razonable de lo que la tradición le hace llegar y con las posibilidades de que esa tradición pueda ser recibida y renovada con normalidad y alegría.

El ejercicio de la autoridad educativa y, por ende, la ubicación de los jóvenes en el proceso educativo, tendría que realizarse con normalidad y alegría, pese a la Argentina anormal.

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