Educación

¿Para qué sirve ayunar?

Dice San Gregorio Magno:

“Nadie crea que pueda bastarle la sola abstinencia, ya que el Señor dice por el Profeta: “¿Acaso el ayuno que me es grato no consiste más bien en esto: en que partas tu pan con el hambriento, en que recibas en tu casa al pobre y al que no tiene techo, que cuando veas al desnudo lo cubras y no desprecies a tu semejante?” (Is 58,6-7).

El ayuno que Dios aprueba es el que le ofrece una mano misericordiosa, el que se hace por amor al prójimo, el que se condimenta con la piedad.

Da al prójimo aquello de que tú te privas de modo que de donde tu carne se mortifica se alivie la carne del prójimo necesitado. Por eso dice el Señor por el Profeta: “Cuando ustedes ayunaban y llorabas…¿acaso lo hicieron por respeto mío? Y cuando comían y bebían ¿acaso lo hacían mirando por ustedes mismos?” (Zac 7,5-6). Come y bebe para sí quien toma para sí, sin atender a los pobres, los alimentos corporales que son dones que el Creador hace a todos. Ayuna para sí quien no da a los pobres aquello de que se priva por algún tiempo, sino que lo reserva para ofrecerlo después a su vientre.

De ahí lo que dice Joel: “Santifiquen el ayuno” (Jl 1,14), porque santificar el ayuno es ofrecer a Dios una digna abstinencia corporal junto con otras obras buenas. Cese la ira, apláquense las disensiones, pues en vano se mortifica el cuerpo si el alma no refrena sus malos deseos desatendiendo lo que dice el Señor por el Profeta: “En el día de su ayuno ustedes hacen cuanto se les antoja, y ayunan para seguir con sus pleitos y contiendas, y golpear con el puño sin piedad, y apremiar a todos sus deudores” (Is 58,3-4).

Quien reclama de su deudor lo que le dio, no hace nada injusto. Pero es conveniente que quien se mortifica con la penitencia se prive también de lo que justamente le corresponde. Si por amor a Dios perdonamos lo que justamente nos corresponde, cuando nos aflijamos y hagamos penitencia Él también nos perdonará lo que injustamente hemos hecho”.

Homilía 16 (libro I) n. 6.

En la Patrología Latina editada por Migne tomo 76, col. 1137-1138.

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