Sociedad

Ya alquilamos el salón para la fiesta

Muchos padres llegan a pedir el Bautismo de sus hijos. Lo primero que dice es: será tal día, ya alquilamos el salón de la fiesta. Los curas quedan atónitos de que tengan salón antes de haber pensado consultar en la parroquia la fecha del Bautismo y su preparación.
Esta es la realidad de hoy. La farra es lo primero. Lo serio, no nos gusta. Si lo podemos evitar, mejor. Como hay parroquias donde no preparan a padres y padrinos, se van a buscarlas.
La Iglesia Católica tiene normas muy claras sobre el deber de la preparación para el Bautismo.

(n.11) La preparación al Bautismo y la formación cristiana es tarea que incumbe muy seriamente al pueblo de Dios, es decir, a la Iglesia, que transmite y alimenta la fe recibida de los Apóstoles.
Es, pues, muy importante que los catequistas y otros laicos presten su colaboración a los sacerdotes y a los diáconos ya desde la preparación del Bautismo. Conviene, además, que, en la celebración del Bautismo, tome parte activa el pueblo de Dios, representado no solamente por los padrinos, padres y parientes, sino también, en cuanto sea posible, por sus amigos, familiares y vecinos, y por algunos miembros de la Iglesia local, para que se manifieste la fe y se exprese la alegría de todos al acoger en la Iglesia a los recién bautizados.

Los católicos piensan de modo erróneo que nada tienen que ver en la celebración del Bautismo de su propia parroquia, y que ese es un asunto de los curas. La Iglesia afirma con claridad que todos los católicos son responsables de preparar a quienes van a bautizar a sus hijos.

(n.12) La comunidad cristiana, viva representación de la Iglesia madre, debe sentirse solidariamente responsable del crecimiento de la Iglesia, considerando como misión de todos el comunicar por los sacramentos la vida de Cristo a nuevos miembros y el ayudarles luego a alcanzar la madurez y plenitud de esa vida.

Solidario significa que cada uno hace algo por sus hermanos. Cada católico debe aprender que su deber es hacer crecer la Iglesia (no en número sino en calidad); comunicar la vida de Cristo y ayudar a que la Fe logre ser plena (enamorarse de Cristo).

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