Virgen de Lourdes, patrona de los enfermos
La carta de Santiago (5: 14-15) del Nuevo Testamento, trae el primer testimonio del sacramento de la Unción de los enfermos: “¿Hay algún enfermo entre ustedes? Llame a los presbíteros de la Iglesia, que oren sobre él y le unjan con óleo en el nombre del Señor. Y la oración de la fe salvará al enfermo, y el Señor lo hará levantar, y si hubiera cometido pecados, le serán perdonados”. Así se hizo en la Iglesia primitiva y lo reconoció el Concilio de Trento. No se inventó un sacramento, sino poco a poco se fue estableciendo su rito. En el año 220, la “Tradición apostólica” de Hipólito de Roma, ya trae una oración de bendición del óleo para la Unción de los enfermos que debe recitar el obispo después de la plegaria eucarística en la misa: “Oh Dios, así como por la bendición del óleo das la salud a quienes lo reciben, del mismo modo que el óleo otorgue la fuerza y la santidad a cuantos lo gocen”. A lo largo de los siglos los cristianos usaron el óleo, bendecido por un obispo o un presbítero, para su uso personal. Ya en los “Diálogos” de Sulpicio Severo (año 404) se deja constancia de esta costumbre. Había otro óleo que usaban los fieles: el de las tumbas de los mártires. Pero ese no era el que la gente usaba para los enfermos: éste debía ser bendecido por el ministro de la Iglesia. La bendición del óleo era forzosa. Podía aplicarlo cualquier fiel. Se daba valor al óleo en la primera época. San Cesáreo de Arlés recomienda ungir a cada uno si estaban enfermos. Pedía a las madres que ungieran a sus hijos. San Eloy de Noyon decía lo mismo. Pero la jerarquía exigía que el óleo fuera bendecido por un ministro sagrado. Por consiguiente, hasta el siglo XI no se interpretó “presbíteros de la Iglesia” en un sentido estricto de “sacerdotes”, sino en el sentido de “ancianos en la fe”. La Iglesia latina controló que la aplicación del óleo fuera con oraciones. Así fue el rito de este sacramento, incluso con la “imposición de manos” y las fórmulas establecidas oficialmente.
“La Unción de los débiles tiene un efecto corporal
(la salud física)
y un efecto espiritual (el perdón de los pecados)”
Dr. Osvaldo Santagada