Una liturgia que nos modele
El culto cristiano pasa la verdad sobre Dios, mas pocos son capaces de formar la Fe. Uno es mejor que otros. Por eso algunos desde 1968, después del Concilio Vaticano II, copiaron ritos católicos, para salir de la fría predica con color negro desde un púlpito. Los ritos nos hacen imaginar a Dios de modo especial, y por eso nos hace mejores discípulos. Al leer la Palabra con un estilo que llega a la gente, o la predica explica la mente de Jesús de modo simple, o los cantos ayudan a amar a Dios más, entonces el culto católico es sublime para que los fieles sean mejores fieles.
El culto no sólo pasa datos sobre Dios: forma el alma y la imaginación. Que el Cielo sea un Festín que Dios ofrece, es admirable. Los protestantes dicen que nuestros ritos repiten de forma inútil, y sin embargo hay temas que, al repetirse, entran en la vida. Si las lecturas hablan del amor y se reconoce en un canto que nos falta amor, ese insistir es útil. Los creyentes de antes nos han dado estos ritos y no los vamos a dejar para ser actuales. Hay que recobrar las formas clásicas, que no agradaban a los que cambiaron el culto después del Vaticano II. Por ejemplo, es algo secular en el país aclamar el Cuerpo y la Sangre del Señor con Señor mío y Dios mío ; y encender un tercer cirio para mostrar que ya no hay pan y vino sobre el altar.
Se pueden incluso recobrar ritos que no se hacen para no alargar las Misas, como asperjar al inicio o incensar al altar y a la gente. El culto no es un pasatiempo, sino la forma más elevada de salir de la rutina diaria. (In 14)