
Tu contradicción: Le pides tantos favores y no la imitas.
No hay día que pase que no le pidas un favor: que esto, que aquello, que lo otro. Llevas su imagen en tu cartera, por las dudas. Incluso, tienes un rosario o una pequeña imagen en el bolsillo. Si, es la Virgen María, la Madre de Jesús, a quien Él nos dejó como Madre.
María escucha tu súplica y se la presenta a su Hijo tan querido. ¿Hay alguien que se haya quedado sin un favor de la Virgen María? Los santuarios de la Virgen están llenos, aquí y en cualquier lugar del mundo. Los cristianos y algunos que no lo son reciben Gracias de Jesús a manos llenas. La misma oración lo dice: Acuérdate que ninguno que haya recurrido a Ti, haya sido olvidado.
Si todo esto es verdad, y sí lo es, entonces ¿Por qué no imitas un poco a María? Se la puede imitar en su conocimiento de la Biblia, en su Fe, en su amor a Dios, en su servicio a los vecinos, en su cuidado por Jesús y por José, en su respeto a sus parientes, en su paciencia, en su generosidad, en su pureza, en su fortaleza, en su prudencia en palabras y acciones, en su justicia, en su sapiencia, en su cariño con los marginados, en su consuelo a quienes sufren, en su propio dolor sufrido con dignidad, en su memoria que guardó los eventos de la vida de Jesús y los pasó a los discípulos, en su obediencia a María Magdalena y Pedro los primeros jefes de la Iglesia naciente. Mira a María, pídele favores, pero por favor, imítela: nada de gritos, nada de rencores, nada de venganzas. Maria es una madre que espera.

