Temas básicos de la Escritura y la tradición
1. El primer elemento que configura nuestra fe cristiana es la proclamación en el Credo: Creemos en la resurrección de la carne. En efecto, el Credo es nuestra profesión de Fe en un único Dios en tres personas, Padre, Hijo y Espíritu Santo, que nos crea, nos salva y nos santifica. Ese Credo culmina proclamando la resurrección de los muertos y la vida perdurable.
Creemos y esperamos que así como Cristo resucitó de entre los muertos y que vive para siempre, también quienes vivieron santamente vivirán para siempre con Cristo resucitado y que El los resucitará en el Último Día (ver Juan 6:39-40).
La resurrección de Jesús fue la obra de la Santísima Trinidad y lo mismo será la nuestra, con la condición de haber vivido según el Espíritu Santo. Por eso afirma San Pablo: «Si el espíritu de Aquel que ha resucitado a Jesús de entre los muertos habita en ustedes, aquel que ja resucitado a Jesús de entre los muertos dará vida a sus cuerpos mortales, por el Espíritu Santo que habita en ustedes. (Rom. 8:11).
En otras cartas escribe:
Si creemos que Jesús murió y resucitó, de la misma manera Dios llevará consigo a quienes murieron en Jesús. (I Tesal. 4:14).
Y también:
Dios que resucitó al Señor, nos resucitará también a nosotros mediante su poder (I Corintos 6:14).
Asimismo en la II Corintos afirma el Apóstol:
Quien resucitó al Señor Jesús, también nos resucitará con Jesús y nos presentará ante él junto con ustedes (4:14).
Con una expresión muy fuerte dice a los cristianos de Filipos:
Considero todo basura a fin de conocer a Cristo, el poder de su resurrección y la comunión en sus padecimientos hasta hacerme semejante a El en su muerte, tratando de llegar a la resurrección de entre los muertos (Filipenses 3:10-11).
Por eso, desde el inicio de la Fe en la resurrección de los muertos ha sido esencial para los cristianos.
2. Creemos en la resurrección de la carne, profesamos los católicos. La palabra «carne» significa el hombre en su condición de fragilidad, limitación y mortalidad. Así se usa en la Santa Escritura:
Dijo Dios: No permanecerá para siempre mi espíritu en el hombre, porque es sólo carne» (Génesis 6:3).
Y el salmo 56 canta:
En Dios confío y nada temo, ¿Qué puede hacerme un ser de carne? (vers.5)
También el profeta Isaias afirma:
Una voz dice: – grita. Y digo: – ¿Qué he de gritar?
– Toda carne es hierba y todo su esplendor como flor de campo» (Isaías 40:6).
Por eso cuando confesamos la Fe diciendo que creemos en la resurrección de la carne, decimos que después de la muerte no sólo vive el alma inmortal, sino que después nuestros cuerpos sometidos a la muerte, retomarán la vida.
Es nuestra convicción más honda: «La resurrección de los muertos nos hace vivir» llenos de esperanza, decía un escritor cristiano, Tertuliano, en su época de católico (Sobre la resurrección 1:1).
Además, están las palabras sublimes de San Pablo a los cristianos de Corinto:
«Ahora bien, si predicamos la resurrección de los muertos, ¿Cómo andan algunos de ustedes diciendo que no hay resurrección de los muertos? Si no hay resurrección de los muertos, tampoco Cristo resucitó.
Y si no resucitó Cristo, inútil es nuestra predicación, e inutil también es la Fe de ustedes. ¡Están equivocados!
Cristo resucitó de entre los muertos como primicia de quienes se durmieron». (I Cor. 15:12-14, 20)
*Notar que para los primeros cristianos la «muerte» era sólo un «dormirse» hasta que el Señor los «despertase»: Así p.e el antiquísimo canto de los primeros cristianos «Despiértate tú que duermes y Cristo te iluminará», en Efesios 5:14