Amor y Alegría,  Sociedad

Somos incompletos

La ideología del disfrute nos ha convencido que la solución de nuestra ardiente tensión sexual y nuestro erotismo está al alcance de nuestra mano: puedes disfrutar la vida. Además, el cine, la televisión nos presentan sin cesar a personas que han redimido su vida – por su propio esfuerzo – o que viven una vida bellísima llena de amor, compañía, sentido, amistades y dinero. Nos presentan a gente que pueden probar lo hermoso del mundo y de la vida. Esa gente, en apariencia, no conoce la frustración, la traición, la tensión no resuelta, el eros evaporado y sublimado*.

Esa ideología, inconsciente y no reflexionada, es la raíz de nuestra angustia, inquietud, ansiedad, insatisfacción e infelicidad. Somos incompletos, tanto como esos personajes geniales que aparecen en las páginas de las revistas de ricos y famosos.

Como nos convencieron que podemos ser completos, vivimos despreciando las oportunidades que Dios nos da para ser felices. El que espera la plenitud, desprecia la pequeña dosis de felicidad que podemos lograr.

Hagan la prueba: quédense en su casa un sábado a la noche para leer un libro, compartir la cena con la familia, escuchar música, jugar a las cartas, o escribir poemas. Me dirán: ¿Está loco? ¿Cómo voy a quedarme, si todos están viviendo algo mágico el sábado a la noche? Apenas se oyen esas malditas palabras, la mente empieza a pensar que hacer algo simple es aburrido e idiota. Ahí empieza nuestra nuestra ansiedad e insatisfacción.

¿Por qué sucede esto? Porque nos acostumbran a comparar nuestra vida con la de los demás. Por eso, nos convencemos que podemos vivir por completo nuestra sexualidad, existencia y afectos. Eso es imposible, porque somos limitados e incompletos. Entonces nos enloquecemos y surge en nosotros el peor cáncer: la depresión. Consiste en pensar que si no somos totalmente felices, nuestra vida es inútil. Falso.

¡Qué triste es estar solo, ser feo o gordo, haberse quedado soltero, estar casado pero sin romance, estar enfermo, tener una discapacidad, ser mayor, no haber gozado de los placeres que otros gozan!: así piensa la gente. Sin embargo, los verdaderos felices no se preocupan de si son feos o no, casados o solteros, jóvenes o viejos: aceptan la alegría posible en esta vida. Sí, porque en esta vida Dios nos da alegrías, aunque incompletas: amistades que perduran, apoyo en las dificultades, aliento de sentir su Gracia. La gula no es un vicio de comida: hay gula de todo lo perfecto e imposible.

Podemos gozar los dones de Dios en esta vida: amor, amistad, comprensión, sexualidad serenada y calmada, salud con sus altibajos, enfermedades que nos incapacitan de modo parcial. Sobre todo, nos da capacidad de nuestra inteligencia para encontrar la verdad y del corazón para vivir en la generosidad.

Osvaldo Santagada

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