Sociedad

Sin comunidad no hay salud

No imaginarse la comunidad como un remanso celestial. Eso es una fantasía, alimentada en las sectas que se llaman cristianas. Y no hay que vivir de fantasías.

La comunidad católica está formada por gente de carne y hueso que sufre, que vive como puede, que necesita que la sostengan y la amen. Así pasa al reunimos en la Iglesia para la Misa: cada uno trae sus trabajos, problemas, tentaciones y dolores. Empero no se forma una comunidad de enfermos, sino una comunidad que vive, canta y reza.

Entonces Jesús, que está en medio de nosotros, realiza la tarea para la cual se hizo hombre y aceptó la cruz: consolar, sanar, fortalecer, salvar. Por eso, a medida que el culto se desarrolla, sentimos una paz especial, nos animamos a cantar, oímos con atención los salmos y la Palabra de Dios proclamada. Y nace el deseo de alabar y adorar.

La comunidad religiosa se hace sanante por la calidad de ritos claros y de palabras que resuenan comprensibles, cuando música y cantos expresan lo que sentimos. Dios capta nuestro interior, y la comunidad no depende de ministros perfectos. En cualquier lado hay comunidad, pero para ser sanantes deben tocar el alma de los presentes.

Así mejora nuestra salud física, emocional y espiritual. Cada uno viene a la comunidad para dar a los demas un poco de amor y sentir el amor de los demás.(In 14)

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