¿Se puede votar a un candidato abortista?
No se discute que el aborto es grave. El canon 1398 del Derecho Canónico manda excomulgar a quien lo procura. Una cosa es el aborto, y otra la ley que lo fija. Sobre la ley, la carga directa va a quien la vota, y el votante sólo indirecta. En casos límites, el voto a un candidato abortista se puede juzgar como un mal menor.
Es un riesgo votar a un candidato así, pero eso no es pecado por el voto mismo. El votante puede haberse hallado sin opción y haber elegido a uno como mal menor, a falta de otros que avalaran mejor su escala de valores. Lo elige, quizás, por otros temas del programa que proclama. El votante asume su deber si actúa contra el aborto en la sociedad, o con la acción cultural o de ayuda en los casos difíciles, o si lucha a favor de la vida incluso de modo político, quizá con una consulta al pueblo.
Nunca hay un candidato que se califica sólo por el sostén a la ley del aborto, o es raro. Es muy difícil que un votante lo vote sólo por eso. Si lo vota por otras razones, en tanto sean razones serias, comparables al tema del aborto, se debe decir que coopera con el mal, pero sólo de modo material, sin directa intención.
Otro tema delicado son los políticos católicos que deben firmar o refirmar leyes imperfectas según la moral. No basta ni es aceptable la distinción entre el católico en cuanto persona privada y en cuanto ejerce un rol público. Porque es claro que aún al cumplir su deber público, debe dejarse guiar por su consciencia. Y puede haber dos momentos: cuando el político católico es llamado a legislar el deber es pleno, o cuando firma o refirma cumple un acto debido, cuya carga cae en quien ha hecho la ley.
La condena total del aborto también se aplica a la píldora del día después. Es la postura constante de la Iglesia que en la concepción se da el inicio de la vida humana y de la existencia del ser humano. Quitar el fruto de la concepción con cirugía o fármacos son sólo dos modas de lograr el mismo efecto.
Hay que cuidar las palabras: el derecho y la moral han siempre distinguido entre homicidio, infanticidio y el aborto. Podemos defender de modo pleno el derecho del embrión a la vida, sin hinchar el cotejo con palabras impropias. En el ámbito clerical a veces se usa homicidio para hablar del aborto y se lo compara con la Shoah. Mejor usar palabras medidas. Basta decir aborto. (In 15)
por Francesco Pompedda