Guía y consejo

San Blas de Armenia, Patrono de la salud

Jesús actúa junto a sus discípulos (Marcos 16: 15-20). El proyecto de Jesús se realiza pese a todo.

El mandato de evangelizar

Cuando Jesús sube la Padre y asume su poder y su autoridad a la derecha de Dios, ha triunfado sobre el pecado, la muerte y el diablo con sus demás ángeles malignos. Ahora deja su testamento: evangelicen al mundo entero. Para eso deben los discípulos hacer entender qué es el Evangelio. El Evangelio no son dos o tres frasecitas: Amarás a tu prójimo como a tí mismo u otras. No hay sumarios del Evangelio, síntesis para no perder tiempo. El Evangelio se acepta todo o se deja.

Qué se necesita para aceptar todo el Evangelio?

Se necesita una Fé interna y honda que empieza por el Bautismo como muerte y resurrección. Eso es absolutamente necesario para entrar en la dinámica de la salvación. Cuando ustedes encienden las candelas el 2 de Febrero o en la Vigilia Pascual, están sosteniendo el cirio que recibió su padrino el día del Bautismo les pesara. Pero la Fé de que hablo nos transforma de tal modo que una persona queda acompañada por señales milagrosas, que por supuesto no son beber venenos o tomar serpientes con las manos.

De qué se tratan esas señales milagrosas?

Son señales de que cuando actúen con Fé nadie les hará daño y triunfarán. Eso vale para los padres que no traen sus hijos a la Iglesia y las abuelas que no enseñan a rezar a sus nietos. No tienen Fé verdadera. A quienes la Fé nos lleva a estar enamorados de Dios, nos sucede algo extraordinario: Jesús desde la derecha del Padre trabaja junto a nosotros, sobre todo cuando se necesitan milagros para que la gente crea. Eso sucedió con San Blas: fueron tantas las curaciones que hizo que provocó su persecución y la muerte violente. Hoy se acercan a recibir la bendición de San Blas, quienes tienen Fé libre, que no tienen miedo de traer a sus hijos y enseñar a los demás desde la infancia hasta el fin.                                                                                       

Dr. Osvaldo Santagada.
El párroco más anciano de la Ciudad de Buenos Aires

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