Guía y consejo,  Liturgia

¿Por qué amamos tanto a la Virgen María?

La Virgen María habló por quienes fueron humillados, marginados, hundidos, suprimidos y alejados. Es la agraciada y bendita, signo del amor de Dios, por eso quienes la seguimos nos sentimos favorecidos y apoyados por el Padre Dios. Podemos suplicar y unirnos contra los que nos oprimen. El amor de Dios es mayor que el de la política, por eso los oprimidos tenemos esperanza. Dios es justo: por eso, quiere que seamos unidos y respetados por igual. El culto a María es preferido de los pobres de espíritu. El catolicismo popular mantuvo la devoción a la Virgen ante la oposición y el desdén de algunos teólogos y jefes de la Iglesia y el Estado. Cierto que las doctrinas cristianas fueron oscurecidas por supersticiones, y se importaron errores y cultos paganos. En el inicio del amor a la Virgen y el desarrollo de su comprensión, hubo algo más delicado que impulsó esta devoción. En el culto a la Virgen María los marginados y quienes nada tenemos, triunfamos. María, la virgen encinta, cree que lo sucedido en ella es una parte de la historia del mundo, entonces los más necesitados podemos creer también que somos parte del drama humano. Al exaltar a María se nos exalta a nosotros. La Virgen María lleva la bandera de los olvidados por los poderosos que van y vienen haciendo política de intrigas y poder, guerras, fortunas, y destrucción de la ecología. María es la campeona de los incomprendidos, los pacíficos que vivimos en la periferia, que trabajamos, nos ayudamos, de quienes no aspiramos a tronos ni a vanidades de ricos y famosos. Los pobres vemos en Ella una abogada de sus causas, una mujer y una madre. María es amada en una infinita variedad de formas femeninas, desde niñas vírgenes a madres adultas. Al llamar a María Madre bondadosa, Madre sabia, cada una de las devociones tradicionales, ha mostrado que las cualidades femeninas, pueden salir a la luz y tener su influjo en la vida ordinaria. El frío y alejado ejercicio del poder y de la injusticia nunca fue visto como parte del amor a la Virgen. María nunca rechazó al pobre y humillado, y a quienes fracasamos. La compasión de Jesús y su ternura fueron ocultadas por varones poderosos que lucharon en su nombre y mataron en su honor y pusieron impuestos para sus representantes. Lo mismo sucedió con la castidad de san José y su actitud de buen padre nutricio de Jesús. En cambio, María la santa Madre pudo conservar ese aspecto del mensaje del Evangelio: que el amor es más fuerte que el poder.

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