Penitencia Cuaresmal
Desde hace años tenemos una sana costumbre aquí en San Gabriel Arcángel.
Se trata de la entrega de una “penitencia cuaresmal” a niños y grandes, que llega hasta el Sábado Santo (3 de abril), o sea un mes y medio. Acompañamos el tiempo de Cuaresma con un gesto que lo recuerde. De lo contrario vivimos como si no existiese ese tiempo de preparación a la Pascua.
Antes, hace 70 años, los diarios traían la lista de sermones cuaresmales, conferencias espirituales y preparación pascual. Hoy no lo podemos pedir. Sin embargo, tenemos la internet para compartir nuestra penitencia con otros amigos, parientes y conocidos. La penitencia cuaresmal no es algo “costoso” ni emocional, ni económica, ni socialmente. Se trata de alguna pequeña mortificación, que cualquier puede hacer y que, de paso, beneficia a la salud. Por ejemplo, no tomar agua helada (porque el agua helada produce espasmos estomacales) sino agua natural (ya que la temperatura del cuerpo es de 36,5 grados); o no tomar helados hasta Pascua; no comer dos platos; comer lo que a lo uno le sirvieron; llamar por teléfono a los abuelos o tíos, o suegros; visitar a los padres de la esposa/o; dedicar tiempo de conversación con los hijos; ir al mercado con la lista exacta de lo que se necesita (no comprar demás); etc. No se trata de ningún “exceso”, sino de actitudes normales que por vivir en esta ciudad, olvidamos, o dejamos “para mañana”. La penitencia cuaresmal es un hábito excelente para vivir el misterio de la pasión de Cristo, y de nuestras propias cruces.
Nadie está exento de sufrir en este mundo. Quien piense lo contrario, está equivocado y la penitencia lo saca de su error. Aceptar la penitencia que damos es un signo de madurez y un paso arriba en el nivel espiritual.
Dr. Osvaldo Santagada
El párroco más anciano de la Ciudad de Buenos Aires