Nuevas obras de misericordia espirituales
8ª. Agradecer y premiar
La gente que se siente agradecida mejora la salud. Y la gente agradecida disfruta de la vida en lo pequeño y no buscan fantasías.
La gratitud amortigua el estrés, y es una emoción universal básica que ayuda a cada uno y a la comunidad.
Cicerón decía: La gratitud es la mayor de las virtudes y madre de todas las demás.
Las personas que cultivan el agradecimiento manifiestan más emociones positivas, menos emociones negativas, dominan las situaciones de estrés y hasta se recuperan mejor de las enfermedades y las aflicciones. La gratitud provoca mejoras en el funcionamiento del ritmo cardíaco y en la disminución de la presión arterial.
Cuando antes de dormir repasamos las cosas del día por las que están agradecidas, logramos dormir más rápido y mejor. Dar las gracias, manifestarlas y sentirlas trae innumerables beneficios.
No se premia como signo de favoritismo. Se recompensa el esfuerzo que ha traído bien a toda la comunidad. Por eso, no se puede decir a un niño: Si te portas bien te compraré esto o te llevaré a tal lado. El niño debe aprender a comportarse bien, en un proceso de maduración durante el cual recibe cariño y afecto. Hasta que un día recibe una felicitación de sus padres o maestros. Y esa felicitación se puede dar cuando un joven reconoce su error, o una persona pide disculpas.