Testimonios

Nuestra Señora de la Dulce Espera

Carmen Sprega había llegado mojada por la lluvia torrencial a la Inmaculada Concepción de Devoto. Acepté que trajese una imagen de María como se venera en Compostela. La había bautizado «Nuestra Señora de la Dulce Espera». Me pareció genial, aunque después supe que era la «Virgen de la O», una devoción antiquísima de María entre gallegos y demás pueblos ibéricos.

La devoción creció de modo fenomenal, a partir de 1979. Nadie podía explicarse bien cómo había sucedido. Tuvo tanto eco que Pinky pidió hacer un programa en tele directa desde la iglesia. Desde entonces hasta ahora, a pesar de un cierto suspenso de parte de los curas, la imagen de María bajo ese título, es visitada sin interrupción y la fiesta que puse el 15 de mayo, se llena de peregrinos, llamados por los milagros a las familias que no pueden tener hijos.

En 1983 debía yo viajar a Colombia y dejar la parroquia. La imagen había estado primero en la cripta, detrás de una puerta. ¿Respetarían la devoción los que vinieran después de mí? Pedí ayuda al Señor. Decidí colocarla en un hueco que vinculaba el bautisterio con un ala de la iglesia superior. Manolo consiguió un blindex que encajaba perfecto por delante. Don Pascual trajo para atrás una puerta de madera que quedó de medida. Manolo se encargó del decorado en chintz y Roberto de la iluminación. Entretanto me habían permitido revisar unos desechos del mármol del sótano del seminario. Me habían dicho que el vicario general se había llevado lo bueno que quedaba. Comencé a remover pedazos de mármol de carrara y de pronto allí estaba, intacto, el capitel blanquísimo del sagrario, hecho por Mahlknecht según el encargo del P. Paravano: una representación del Espíritu Santo en foma de paloma. De inmediato, lo incrustó Pascual en la pared encima del lugar de la Dulce Espera. Sin exclamaciones, comprendimos que Dios estaba preparando el lugar. Tantas coincidencias eran una forma de que Dios permaneciese anónimo.

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