No hay sólo valores vitales
Las medidas sanitarias son oportunas, tanto más en un país que carece de hospitales públicos y camas disponibles.
Sin embargo, además de los valores vitales (comida,remedios,lavan- dería, etc), existen otros valores: los valores del afecto familiar, por ejemplo.
Es de suponer que quienes tienen padres o madres en institutos de ancianos, ya habrán tomado la decisión de ir a vistarlos, no sólo para llevarles ropa limpia, sino para acompañarlos. En los lugares en que les permiten ver a los ancianos.
Lo mismo se aplica a cualquier anciano que viva sólo. No se puede mandar a la madre mayor a su casa para que no se contagie y dejarla sóla. Esos hijos en apariencia tan preocupados por que la madre no se muera, ¿no saben que la madre se puede morir enferma de tristeza, soledad y alta de movimiento físico?
Hay personas habituadas a vivir en soledad, porque así lo hicieron toda la vida. Pero esas abuelas que han estado durante años cuidando a sus nietos, ¿cómo, de pronto, la mandan a su casa o departamento y que se encierre allí? ¿No saben acaso que los que han dado su vida por sus nietos, no pueden quedarse sólos? ¿Por qué, con el permiso necesario, no toman un remise y van a visitar a su mamá o papá? Eso es lo que haría Jesucristo, y todo hijo bien nacido. Sin embargo, los de la provincia no pueden pasar a la Capital y viceversa.
Y además, ¿cómo lograr poner orden en una casa en donde cada uno enciende su computadora, tableta o televisor, o bien cada uno enciende sus luces, o se ducha durante media hora? El derroche en este tiempo es un pecado que atenta contra el prójimo porque no es posible mantener los servicios si no se tiene en cuenta el perjuicio que se causa a la comunidad social.
Es preciso que los responsables de las instituciones y los padres de familia inculquen, sin cesar, que esta situación no es para siempre, sino que vamos a tener un futuro y el futuro se prepara desde ahora.