Necesitamos mapas nuevos
La película “Dinosaurios” aún me conmueve. Se pueden ver el desorden que estimula lo imprevisto, la falta de iniciativa, la energía mal aplicada, la lucha de poder, la resistencia al cambio y los distintos estilos de liderazgo o “no liderazgo” que pueden surgir en el medio de una crisis.
Cuando una devastadora lluvia de meteoros provoca el caos y la sequía, los animales sobrevivientes tratan de organizarse y emigrar a los “Nidales”, un lugar seguro y provisto de lo esencial para la supervivencia. La gran manada es conducida por Kron, un dinosaurio autoritario y obcecado en llegar a destino por un camino incorrecto y sin importarle las consecuencias. Los conduce por las sendas que siempre han ido. Aunque en su marcha observan que los paisajes habituales se han transformado, y los lagos donde solían abrevar ya no existen. Kron y sus secuaces obligan a los conducidos a seguir como si nada hubiera ocurrido. Los débiles se van cansando y los distraídos se quedan atrás. Sin embargo, lo importante para el jefe es llegar a toda costa, principalmente, los más fuertes. En el medio de esta locura, surge un personaje que se va a ir transformando y convirtiendo en un líder natural: Aladar. Él toma conciencia de que la realidad se ha transformado, que lo que fue en el pasado ya no existe, que deben tomar por otro camino y lo importante no es que sólo se salven algunos, sino que la mayoría pueda llegar a destino.
Hoy estamos atravesando una crisis al estilo de esta fábula. El mundo y la Iglesia se encuentran en el medio de una nueva realidad, sin un rumbo claro y sin liderazgos definidos que sirvan para el momento actual. Tenemos mapas viejos para territorios nuevos. Podemos penar en una agonía sin fin, o decidirnos a cambiar la historia, a arremeter para adelante y descubrir nuevos caminos que nos conduzcan a una situación renovada y más esperanzadora. Para poder preparar jóvenes líderes para nuestra Iglesia y sociedad, deberíamos prepararnos nosotros mismos en líderes capaces de lograr cumplir con nuestra misión y, mediante el ejemplo, transformar a los jóvenes en dirigentes sanos y comprometidos en su actuar.
Fernando O. Piñeiro