«Magia» Cristiana
El otro modo como la Iglesia respondió a la magia y hechizos paganos fue incorporar. S. Gregorio escribe al misionero Melito: Destruya los ídolos, pero no los templos. Deles fiestas de Fe en vez de las habituales. Si dejamos algo de su folklore, desearán los gozos del espíritu. No se puede quitar de golpe el error de las mentes.
Así por siglos se cristianizó lugares y usos mágicos. Europa se llenó de templos, y capillas, lugares de efectos divinos. Se dotó a los templos con reliquias de mártires. La gente las veneraba para obtener la salud y otras cosas. Empezó una era de beneficios.
S. Hilda daba recetas de hierbas para curar. A la vez en los lugares cristianos por medio de reliquias y cantos la gente vio milagros de Dios o de sus santos.
Los templos y las reliquias tenían frutos médicos. La Iglesia usaba la vasta lista de usos de origen ancestral, que curaban mejor que el médico. (Usaban purgas duras y sangrías. Ignoraban las bacterias y no se lavaban las manos ni sus útiles, por eso las infecciones las pasaban ellos). Si los usos de la iglesia no curaban, al menos no mataban. Las mujeres se buscaban para los partos, porque si venía un médico seguro que el bebé moría. Mejor las hierbas que los recetados. El pobre usaba usos del pasado y tenían mejor salud que el rico.
Además, las mujeres hasta hace poco debían ocuparse de la salud de la familia: compresas, tés, hierbas, cremas, ventosas; y cuando se volvían viejas, algunos del pueblo ocupaban su lugar como sabios (los antiguos brujos). La Iglesia no quiso tener el monopolio de la salud: permitió que siguieran las procesos mágicos no cristianos, en la medida en que no fueran maleficios. El brutal antisemitismo, la cruel busca de herejes y brujos, y el deseo de eliminar toda magia que no fuera de la iglesia, trajo desde el s. 13 épocas terribles, de las cuales mejor no hablar. No se puede quitar de golpe el error.