Amor y Alegría,  Sociedad

Los santuarios en la nueva cultura

Jacques Terrier

En los santuarios se intenta hacer descubrir a los peregrinos y visitantes la dimensión bíblica y litúrgica de los símbolos.

Cantar juntos, recibir la imposición de manos, ser ungidos con el Oleo de los débiles,  besar las reliquias, beber del agua de una fuente, encender un cirio y llevar la luz en la procesión, adorar en silencio: esos son ritos simbólicos. Cada uno puede vivirlo según lo que es. Hemos pasado de la religión popular a anunciar a Jesús a la gente.

Vengan y vean, decía Jesús. No hay que hablar mucho. Hay que dejar a la gente encender luces que les abren el camino. ¿Qué se ve?

Se ven enfermos y discapacitados que no se esconden ni bajan los ojos por su estado.

Se ve gente que reza, sin ostentación, aunque sin miedo.

Se ve que reina libertad. Es malo usar los santuarios para predicar ideologías. No se hace proselitismo ni se meten  ideas políticas en la gente.

Muchos se van llevando sólo algunas imágenes. El índice de satisfacción es muy elevado.

Jesús hacía ver y revelaba el sentido de los gestos que hacía. No hay que devaluar la palabra. En los santuarios, la palabra se apoya sobre lo que ven o han visto los oyentes.

Una regla de prédica es referirse a algo que los oyentes ven o hacen. Las anécdotas dan el sentido. Es bueno ahondar lo que el peregrino o visitante vio y vivió. El mejor modo para el anuncio del Evangelio es partir de la experiencia. Hay dos cosas claras: hay muchos caminos del Evangelio. Los santuarios son uno. ¿Cuál es tu misión en el anuncio de Jesús?

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