Los pingüinos resistentes
Había una vez unos pingüinos machos en la congelada Antártida que cuidaban a crías. Las pingüinas, sus hembras, buscaban alimento por el frio mar del sur.
Un día se presentó a los pingüinos el ángel Gabriel y les dijo: Yo soy Gabriel, el que está delante de Dios. Tengo que decirles algo.
Replicaron ellos: Qué te trae a estos lugares desolados con un clima bajo cero? Repuso el Ángel de Maria: Amados pingüinos. Jesús se enteró que hace mucho que no comen nada, echando de menos a sus esposas. Por qué ponen en peligro su salud? Se van a gastar y se dañaron sus hijos.
El pingüino de más edad contestó: Esperamos el regreso de nuestras esposas, y por eso no probamos ni un pez, nada. Cuando vuelvan comeremos.
El Ángel habló: ¿Y cuánto tiempo soportar sin comer? ¿No les viene hambre?
Entonces el pingüino sabio dijo: Claro que si. Hambre tenemos. También tenemos voluntad y fortaleza para aguantarla. Si ellas tardan en venir más de cuatro meses, entonces, soy el primero en picotear brazos de cangrejo, pues les vuelven a crecer. Tendrías que dirigirte a los humanos: se hacen los fuertes y no soportan la adversidad y el asco. (GFI 12)