Los patos limpios
Había una vez unos patos bellos, con plumas de colores sutiles, como los del Uruguay. Son unas elegantes aves de agua, que resisten los fríos intensos. Son amigos de la familia y al morir su pareja se lamentan como humanos. Son excesivos en su aseo. Suelen dormir juntos porque son muy sociables.
Un día se presentó a ellos el ángel Gabriel y les dijo: Yo soy Gabriel, el que está delante de Dios. Tengo que decirles algo.
Los patos dijeron: Amado ángel, ¡que linda visita! ¿Necesita algo?
Repuso el Ángel de María: Mis queridos patos. Me gusta la limpieza. ¿Por qué se pasan horas limpiando sus plumas y les molestan las aguas un poco marrones? Ustedes parecen extremados en su aseo y pierden el tiempo.
El pato jefe con plumas verdes y doradas muy lindas habló: Sabras que pasamos mucho frió, porque cuidamos las plumas. Por eso, gastamos tanto rato en limpiarlas. También sabemos que nos envidian pues somos de las aves más bellas de la creación.
El Ángel afirmó: Entiendo que deben limpiar con esmero su cuerpo.
El príncipe de los patos agregó: Así es. Nos lavamos mucho para evitar las bacterias y los gérmenes. La limpieza nos preserva sanos. Debes conversar con los humanos y enseñar que ser limpios es un valor vital: deberían lavar sus manos a menudo, cepillar sus diente, masajear la piel de su cabeza y pasar la esponja con fuerza por su cuerpo.