
Los gatos chismosos
Había una vez unos gatos muy curiosos que apenas oían gritos de los vecinos corrían a mirar por la ventana, se quedaban en dos patas con tal de no perderse nada de lo que sucedía.
Un día se presentó a ellos el ángel Gabriél y les dijo: Yo soy Gabriel, el que está delante de Dios. Tengo que decirles algo.
Los gatos dijeron; Amado Ángel, ¿será serio lo que debes decirnos?
Repuso el Ángel de María: Queridos felinos. Me llama la atención que ustedes parecen ariscos a todos. Sin embargo, al oír peleas entre vecinos, o de sus mismos patrones, salen de su sopor y rápidos prestan mucha atención a lo que sucede. ¿Por qué son tan chismosos?
Un gato con estilo elegante dijo: Debes saber que es cierto que estamos alerta para algo insólito y entre nosotros nos divertimos cuando hay líos entre la gente.
El Ángel afirmó: Entiendo que en eso ustedes se parecen a los humanos. Hay gente chismosa que pierde el tiempo hablando de lo que le pasa a los demás, y no ven sus defectos.
El gato blanco, el mas bello, agregó: Así es. Sabemos que tenemos el defecto de ser fisgones. Nos encanta ver como otros se pelean o se gritan, y luego tenemos un sistema para reírnos de ellos. Debes hablar a los humanos y explicar que ser chismosos es un vicio feo. Nacimos así: somos chismosos por natura. Peor los humanos que ventilan los asuntos de los demás para sentirse mejores que los otros. Y a veces causan grandes problemas. Para los humanos, que tienen consciencia de los bueno y de lo malo, eso no es lo que Dios quiere, ¿no es cierto?

