Los cirios votivos
La práctica de encender cirios delante delante del Señor viene del Antiguo Testamento. Dios exigió a los Israelitas mantener el candelero con sus lámparas de aceite encendidas ante la mesa de los panes de la ofenda en la Carpa del Señor (Ex 40:24).
Ahora, para los cristianos la luz es un símbolo de Cristo. Por eso, encender un cirio es iluminarse con Cristo. Desde la Iglesia primitiva, una lámpara de aceite debía arder ante la Eucaristía. Hasta juan XXIII era obligatorio tener una lámpara de aceite de oliva colgando aparte del Sagrario, con un cerillo que brillase de día y de noche. Era pecado mortal para el sacerdote dejar dos o tres días sin luz al Santísimo Sacramento. Después de 1961 se permitió el uso de la luz eléctrica. La lamparita encendida recuerda la presencia real de Jesucristo en la Eucaristía.
Los cristianos encienden cirios votivos para significar la presencia de Cristo en sus vidas y la oración que se eleva a su presencia. Se llaman cirios votivos, porque muchos hacen un voto o promesa al encender el cirio. Dios ama las promesas y a quien las cumple. Cuando alguien enciende un cirio y lo coloca en el velero, se ofrece al Señor y le presenta su corazón. Cada vez que encendemos un cirio, en esta práctica antiquísima, repetimos una y mil veces: «Que se haga tu voluntad y no la mía, como hizo Jesús ante de su dolorosa pasión.