Los caballos sensibles
Había una vez unos caballos lindos, capaces de galopar rápidos, y de trotar con estilo. Pero, a veces no quieren que se suba alguna gente o se niegan a andar.
Un día se les presentó a ellos en ángel Gabriel y les dijo: Yo soy Gabriel, el que está delante de Dios. Tengo que decirles algo.
Los caballos dijeron: Amado Ángel, ¿A qué se debe tu visita? ¿Nos has hallado en falta?
Repuso el Ángel de María: Queridos equinos, me gusta el sentir sereno. ¿Por qué no quieren llevar a cierta gente? Ustedes son muy finos y han salvado la vida de muchos.
El caballo con una gala notable y una montura genial (debía ser muy honrado allí), habló: Debes saber que tenemos bondad y captamos rápido las emociones negras de la gente. Cuando alguien viene con amenazas y furor, nos negamos a llevarlo. También nos damos cuenta del débil y necesita nuestra fuerza, y muchos otros afectos de los humanos.
El Ángel afirmó: Entiendo que tienen gestos de sus caras gemelos a los humanos.
El caballo sabio agregó: Así es. Sabemos enseguida quien es temible, y llega con malas metas. Defendemos a quienes van sobre nosotros, no somos arrogantes, pero a quienes miran con amenaza o quieren usarnos para hacer el mal los tiramos. Debes conversar con los humanos y explicar que poner caras feas y obrar groseros, o bien querer pegar a los demás, no es lo que Dios ama. ¿No dices tú: Que se haga en la tierra tu voluntad como se hace en el Cielo? En el Cielo, no hay caras amargas y de rencor ¿No?.