Amor y Alegría,  Educación

Las derrotas enseñan más que los triunfos

La primera reacción ante una derrota es la ira y el enojo, porque perdemos la confianza en nosotros mismos. Dolidos, tendemos a renunciar. Esta reacción es peligrosa pues debilita la aptitud de defensa del organismo y de elevación del alma.

Es preciso estudiar las jugadas de nuestros rivales o émulos y captar en qué fallamos. Así se hace en los organismos serios, políticos, religiosos, sociales, y también lo hacen las empresas de cualquier calibre.

Cuando somos derrotados, o cometimos un grave error, o tenemos rivales planeados que nos han tendido una trampa, o también estaba todo arreglado para dejarnos fuera.

Un hombre inventivo y creador había fundado un Centro de ideas. Algunas veces, había notado huidas de sus ayudantes, gente que no venía a sus eventos. Parecían bretes casuales. Hasta que un día el tipo captó que sus mismos colegas obraban sin cesar para que su Centro cayera, y poder así tomar el Centro.

¿Qué actitudes hay que asumir frente a las derrotas?

1: No hay que permitir que nos domine el enojo, ni la rabia.

2: No hay que permitir que las emociones nos confundan.

3: No hay que resistir por impulsos, como los gatos cuando le pisan la cola.

4: Se necesita conservar la sangre fría.

5: Se necesita conservar nuestra lucidez.

6: Se necesita aprender de los ajedrecistas que preparan con primor su retirada, cuando es fatal su caída. (In 15)

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