Las arañas falsas
Había una vez unas arañas comunes que asustabas a los chicos. ¿Cómo hacían? Imitaban a las «viudas negras», unas arañas caníbales porque se comen a los machos y a la gente le inoculan veneno, aunque no es mortal.
Un día se presentó a ellas en ángel Gabriel y les dijo: Yo soy Gabriel, el que está delante de Dios. Tengo que decirles algo.
Las arañas comunes dijeron: Oh ángel venerado en Villa Luro, ¿A qué se debe tu inesperada visita?
Repuso el ángel de Maria: Señoras arañas, ¿Por qué asustan a los niños? ¿No saben que ellos les tienen miedo y piensan que ustedes son malas?
Una araña atrevida contestó: Imitamos a las arañas que se llaman «viudas negras», aunque somos inofensivas. Las viudas negras tienen una mancha roja en el cuerpo y es fácil distinguirlas, si los chicos saben mirar bien. Nosotros sólo tenemos una simple raya horizontal.
El Ángel afirmó: Entiendo que ustedes actúan con falsedad, porque siendo inofensivas se hacen las malas.
La araña vocera agregó: Así es. Sabemos que somos falsas y nos encanta asustar a la gente para que nos dejen tranquilas. Somos falsas por naturaleza. ¿No son peores los humanos que a veces son tan falsos, incluso con los amigos? Por favor, habla con ellos y diles que vivan con una consciencia buena y no con la falsedad y la mentira que tienen «patas cortas». Los falsos son interesados y no les interesa el bien de los demás. A nosotros Dios nos deja porque somos así, pero a los humanos Dios les dio consciencia para que actúen haciendo el bien y no el mal.