La reina de las perdices enseño a las otras como hacer cuando venía el cazador con la red y su imitación del canto de ellas: Tui, Tui. A caer la red debían sacar la cabecita por los agujeros de la red y entre todas levantarla agitando las alas y volar hasta depositarla sobre arbustos. Luego, podían bajar a tierra.
Vino el cazador y fracasó. La reina dijo; Vayamos más adentro porque volverá. Algunas perdices caprichosas no quisieron ir. Tiró la red el cazador: Tui, Tui, y las que se habían quedado fueron atrapadas. Una dijo: Cuando cuente hasta tres levantamos la red. Otra dijo: ¿Quién te nombró jefa? Y comenzaron a pelear.
El Arcángel san Gabriel llegó: Yo soy Gabriel el que está delante de Dios. Debo hacerles una pregunta. ¿Por qué pelean? La desunión las llevará a la muerte.
Le respondieron: Somos caprichosas por natura. No queremos que nadie nos mande, excepto la reina. Dios nos hizo así. Por qué no hablas con los humanos y les dices que no se separen y que usen su libertad no para el capricho, sino para la unión. Dios a ellos les dio la
libertad. Vencerán si se unen.