La misa del domingo
¿Cómo podemos llamarnos cristianos si faltamos a la Misa del Domingo? ¿Qué pensar de quienes se dedican a su físico o a dormir la borrachera del sábado a la noche? Por cierto, algunos no pueden venir porque cuidan enfermos graves o ancianos solos. O bien porque trabajan los sábados y domingos. Lo peor son los adultos que dejan a los niños, adolescentes y jóvenes dormir y faltar a Misa.
La Misa del Domingo es nuestra asamblea de fieles: llegamos temprano para sentir la alegría del encuentro. Nos vemos recién cuando termina o para saludos a los demás miembros de la comunidad, para consolar a los tristes, regocijarnos con quienes celebran lindos aniversarios, para agradecer a los músicos sus melodías.
Siento vergüenza por quienes se escurren antes de que termine la Misa, por los que no saludan al sacerdote, por los que desprecian el Boletín
Faltar a Misa es pecado mortal porque es un pecado de infidelidad al Bautismo recibido, pecado que repercute en la comunidad. De pronto, alguien se enferma gravemente y nadie piensa que eso sucede porque unos cuantos fueron infieles a las promesas del Bautismo.
Faltar a Misa es un ejemplo pésimo que arruina a la Iglesia: una señal de ateísmo práctico. ¿Qué dirían de un médico que no advirtiera a su paciente, para no caer en la pandemia? Ya empezó la epidemia de dejar al Domingo fuera de la esfera religiosa. Las consecuencias serán trágicas.
Cuídense del Maligno. Vivan de Jesús.