La Iglesia y los medios de comunicación
Los medios de comunicación no reflejan el influjo de la Iglesia Católica en la sociedad argentina. Tampoco el de muchas organizaciones sin fines de lucro, a no ser en las encuestas. En el caso de la Iglesia, la información queda reducida así: para los medios la «Iglesia» son sólo los obispos y sus reuniones, o bien alguno que otro «comedor popular» atendido por una voluntaria fuera de serie.
Me parece correcto que los medios ejerzan una crítica racional a todas las realidades, incluyendo a la Iglesia. ¿Por qué la crítica tendría que dejar de ser racional para convertirse en cruel cuando se trata de fallas de la Iglesia? ¿Están dispuestos los medios a dejarse someter a la crítica de las demás, o ellos tienen un «olimpo» propio?
¿Cómo hacen habitualmente la crítica a la Iglesia? Asumen un papel beligerante. Para eso se hace resaltar lo impopular, y se silencia lo bueno. Esa actitud es un modo desagradable de «colorear la realidad» y desfigurarla. Ahora bien, sólo a partir de la realidad completa, puede encontrarse la verdad.
Propongo que los medios usen la benevolencia, que sin dejar de criticar lo que corresponda, mencionen claramente todo lo que se hace para el bien de la nación a favor de los necesitados y en función de la dignidad de cada persona humana: en la educación, la salud, la promoción social, el fomento económico, la defensa de los valores morales, el respeto a la libertad religiosa.
En cada parroquia, no sólo desde el «pulpito», sino del modo más sencillo, se trabaja sin cesar para elevar la mirada de la gente hacia metas mejores, para quitar la desilusión y el desencanto de la sociedad en la crisis actual; para devolver la esperanza al pueblo, buscando en su memoria histórica completa la fe que hizo superar dificultades parecidas a las actuales en épocas pasadas. No necesitamos que nuestra silenciosa labor ser «pu-blicitada», pero es justo que en el momento de la crítica, sea reconocida.