La debilidad como fortaleza
En la vida, muchas veces necesitamos condiciones de liderazgo, ya sea como padres, como docentes, como coordinadores de un equipo, como funcionarios de una organización o como dueños de una compañía. En tales circunstancias, además de su sano criterio, el líder sigue inconscientemente modelos establecidos por la sociedad.
En el caso de occidente, el modelo de líder estuvo orientado a la fortaleza, y buscó el dominio de los hombres y las cosas a través del mero ejercicio del poder. La situación ideal deseada era el motor del trabajo y el camino hacia ella se recorría forzando el uso de todos los recursos disponibles. Cuando el líder tenía éxito, se lo consideraba eficaz.
Hoy, sin embargo, ese modelo perdió vigencia por su poca eficiencia: es eficaz, porque obtiene sus fines, pero no es eficiente porque consume más recursos de lo necesario.
Los nuevos sistemas de gestión, en cambio, buscan ser eficientes y están basados en la Mejora Continua. En lugar de imponer a la fuerza una situación ideal, el nuevo modelo parte de la realidad tal como está –con los recursos materiales y las personas disponibles– y avanza hacia la realidad deseada a través de la resolución metódica de cada problema que se interpone.
Al desconocer sus impotencias, el líder orientado a la fortaleza no ve la naturaleza del problema y no puede detectar dónde hay que mejorar. Para hacer frente a los desafíos actuales, entonces, el líder debe estudiar interiormente sus debilidades y, a la vez, estimular a su gente para que busque y revele dónde están los obstáculos. Para eso hay que crear un clima de confianza donde la responsabilidad por los errores no se asigne a las personas sino a los procesos defectuosos, que siempre se pueden mejorar.
José María Kokubu Munzón