La cremación y los católicos
En los últimos tiempos muchos católicos, sin oponerse a la fe sobre la resurrección y la vida eterna, solicitan la cremación en lugar del entierro. La Iglesia Católica durante su historia, excepto en los casos de pestes, ha preferido u prefiere el sepelio de los cuerpos, a semejanza de lo que sucedió con Jesús.
Sin embargo, en la época del Concilio Vaticano II, al comprobar que habían cesado las motivaciones anti-religiosas que conducían a la cremación, la Santa Sede suprimió el 8.V.1963 la prohibición de dar funerales a quienes hubieran pedido ser cremados, salvo si hubiese motivos de oposición a la fe. Así quedó abolido el canon 1240 del Código de 1917 (que desde 1983 no tiene ya vigencia).
El nuevo ritual de exequias manifiesta ya la aceptación de este cambio. Actualmente la Iglesia honra con su despedida también a los que serán cremados. ¿Cómo hay que proceder? Es normal que los funerales se hagan antes de la cremación. Ante todo, pues la cremación es el último momento de las exequias. Además, porque si las exequias son antes se favorece la participación de familiares, amigos y la comunidad en la despedida del difunto, ya que la cremación es muy desagradable y jamás reunirá a los que quisieran rodear con su afecto a los deudas del que partió. Y también, porque primero es la oración por el difunto que va a ser cremado, según la tradición cristiana.
¿Se puede proceder primero a la cremación y luego con la urna que con tiene las cenizas del difunto realizar una celebración exequial en la Iglesia? Si, se puede, pero con expresa autorización del obispo del lugar. El ritual de las exequias (n. 15) afirma en sus Orientaciones: «…los ritos que se hacen en la capilla o en el sepulcro, pueden tener lugar en el edificio del crematorio; más aún no habiendo otro lugar adecuado, también en el mismo crematorio, evitando todo peligro de escándalo o de indiferentismo religioso». Estas oraciones en algún lugar del edificio o en el lugar de la incineración están motivadas por la necesidad de llenar el tiempo de la cremación, un momento de gran dificultad psicológica. Considero mejor que las familias no estén presentes cuando se realiza esa cuestión técnica, sino que vayan a retirar la urna y luego se proceda con el 2° tipo de exequias previstas en el ritual: en la capilla del cementerio, o junto a la bóveda o nicho. Así se puede realizar completo el rito litúrgico como quiere la Iglesia y que sirve de consuelo a los que están de duelo, y de honra a los cuerpos de los creyentes destinados a la resurrección final.
¿Qué aconseja la Iglesia sobre las urnas con cenizas? Hay dos rechazos: las urnas no deben ser abiertas para dispersar las cenizas, ni tampoco deben ser guardadas en las casas de familia. Se aconseja depositarlas en las bóvedas o nichos, o incluso inhumarlas en la tierra donde ya reposan otros difuntos.
¿Y qué hacer con las cenizas de los difuntos que hace tiempo fueron enterrados y las exigencias en la Argentina mandan que sean reducidos o incinerados? Hay que acompañar a los parientes en esas circunstancias con mucho afecto, y respeto, así como consolarlos con la Palabra de Dios y la oración que aviva la esperanza y cura el dolor. Si los fieles piden a la comunidad este acompañamiento, no debe ser considerado una excepción, sino algo honroso para la Iglesia. Pues la Iglesia, sacerdotes y fieles, está en el mundo como expresión del amor de Jesucristo por todos.