Importancia de la comunidad de los cristianos
En la comunidad están presentes el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. Por esa gran razón, en esta comunidad: * aceptamos a cada uno como es; * no nos consideramos superiores a nadie; * no juzgamos a nadie por sus pecados, su carácter o su personalidad; * valoramos a cada de los que aquí vienen; * damos gracias a Dios por la presencia de cada uno; * nos unimos a los demás en sus penas y alegrías; * sentimos que Dios nos llama a recomponer la paz en la familia y entre la gente; * mantenemos el recuerdo vivo de quienes la fundaron y nos transmitieron sus vivencias; * agradecemos a quienes sin miedo o vergüenza son miembros con sus nombres.
Ahora bien, cada una de esas acciones interiores son el modo concreto en que nosotros mostramos el amor a los otros que Jesús nos dejó como su “nuevo” mandamiento. Si, esa es la pura verdad. El amor no consiste en palabritas cariñosas, en muestras exteriores de afecto, en amplias sonrisas, en grandes abrazos y en otras manifestaciones del querer humano. El amor consiste en aceptar, valorar, perdonar y dar gracias. Porque las muestras exteriores pueden ocultar que uno se siente enfermo, le han comunicado una mala noticia, ha sido difamado, estafado, malentendido. Ni de los miembros participantes, ni de los ministros hay que esperar esas muestras exteriores: no son ingredientes esenciales al amor.
Los elementos esenciales del amor son la aceptación de cada uno como es, la valoración de cada uno en su dignidad y el perdón que otorgamos a los demás, sea que tengan cara linda o cara seria. Sólo así podremos amar a Dios y cantar su alabanza. Pretender que nos amen en la comunidad, cuando nunca hemos recibido desde la infancia esos elementos esenciales, es un acto de sin razón.