2ª.: ¿Cómo explicar la similitud de las religiones sin negar lo exclusivo del Cristiano?
Este cambio libra a la religión y a la teología del movimiento racionalista, de la necesidad o el deseo de probar las verdades de la fe sólo por la razón y la historia. Pues aunque la razón y la historia pueden dar su aporte, ese aporte está subordinado al don del amor de Dios a nosotros, al amor que reconoce la manifestación de Dios en la naturaleza y su auto revelación en la Sagrada Escritura. Y esta no es una especie de identificación metafórica de la fe con ojos del amor tan propio del conocimiento religioso.
Todo conocimiento humano ocurre dentro de un contexto, un horizonte, una visión completa, un marco total, una cosmovisión, y fuera de ese contexto el conocimiento pierde sentido, significado, comprensión.
Además, la extensión del horizonte propio se proporciona a una auto superación propia: se achica cuando uno no se supera a si mismo; avanza en amplitud, altura y profundidad, cuando uno triunfa en su elevación como persona.
Estar enamorado de Dios es la postura existencial que abre al horizonte en el cual las doctrinas cristrianas son inteligibles, poderosas y significativas, en las cuales, como dice la Carta a los Hebreos: “…la Palabra de Dios es viva y eficaz y más cortante que una espada de dos filos; penetra hasta dividir alma y espíritu, y la médula de los huesos. Y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón” (Heb. 4:12).
Bernard Lonergan – GFI 15