Vida

Está en la televisión. Entonces existe.

El país va a un declinar o una vulgaridad total en sus hábitos y estilos de vida, o bien el olvido del sentido humano y moral. Opino que la TV y sus programas causan esta incultura y esta indignidad que nos rodea. Ya no vale el «Pienso, luego existo», ahora es «Está por TV, luego existe».
La TV arruina el sentido de la vida, el horizonte de los sentimientos, su relación con el pasado, la TV vacía, deforma, manipula, corroe la vida de la gente.
En los programas de diversión se realiza el destrozo del hombre argentino. En esos programas (sin llegar al nivel pervertido de cierto personaje) se mezclan cuerpos casi desnudos, bufones, chistes sexuales y torrentes de blablá. Noche y día reciben las cabezas de millones de argentinos, modelos perversos de conducta, desprecio por la razón, culto de la moda, encanto por lo miserable, contra lo normal y lo honesto
El efecto de los programas es destructor. El modelo de la TV se impone entre chicos que odian la escuela, en los contornos de la ciudad donde se acumulan los emigrados.
Sin embargo, este vacío cultural y humano no se explica sólo por esos programas: debe haber pasado algo más en un país que ve tantas horas seguidas de TV. En ningún otro país el descaro de la TV causa tanta atención. Y los de la radio imitan ese asco.
Esto ha pasado, desde hace unos 45 años, los programas infames de la TV suplen al auge cultural que nos hizo famosos. La Argentina ocupó el puesto numero 1 en educación, ahora pasó al puesto 42. Los lideres de hoy, que se presentan sin corbata, no son aptos para realizar lo que hicieron nuestros abuelos. La ruptura con la cultura inmensa de la Argentina comenzó en 1970: los políticos se hicieron corruptos; se descompuso la altura intelectual de la Nación; y comenzó a usarse la TV comercial. Desde entonces quienes tienen la guía espiritual de los argentinos, y determinan el estilo y el habla de la gente son los escritores y decoradores de la TV. Lo que no pasa por la pantalla no existe.
Hasta la unidad del país, su bandera, sus próceres y sus fiestas existen, si la TV habla de eso. Si la TV no lo pasa, no existe. Esto es el fruto de una historia argentina que no ha tenido guías, es la historia de la ignorancia en la educación, de los corruptos líderes que se han sucedido uno tras otro, y de los políticos ineptos. Por eso, en el brutal influjo de la TV hay gente lista para agredir y destruir al enemigo. J. C. Altavista (Minguito) decía: Monse, basta una palabra por TV para elevar o destronar a alguien.

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