Vida

¿En qué tarea debo concentrarme?

No se puede vivir con meros deseos

Bajar las buenas ideas a lo concreto

Cuando vienen a consultarme pregunto: ¿Qué quiere hacer? La respuesta casi invariable es: No sé. No puedo. No quiero. Dígame usted. Lo peor que podría suceder es que yo cayese en la trampa y le dijese qué debe hacer. Otras veces cuestiono: ¿Qué metas tiene? Me miran asustados y la respuesta se la imaginan: No tengo.  Esa gente, sin embargo, viene con buena voluntad y tiene sus ideales, pero les cuesta bajar a la realidad. Y dejando su libertad, piden a otros que les solucionen los problemas. Vino un hombre con su hijo de 19 años, futbolista: le habían roto el peroné en un partido hacia dos días. Estaba enyesado. El médico cruel le dijo: Olvídate de jugar. Me costó mucho lograr que saliera de sus ilusiones y me dijera qué iba a hacer en los 6 meses de yeso. Le dije: Concéntrate en esa tarea y en enero estás entrenando. Vino sólo el padre en enero y me dijo: Pensamos que estaba loco pero mi pibe está en el campo.  El único modo de tener éxito es concentrarse en una sola tarea, luego de pensar la escala de prioridades.

No tener miedo a agotarse por la tarea 

El gran pianista Roberto Caamaño dedicaba 8 horas al día a practicar antes de un concierto. Cuando tuvo la idea de escribir una Historia del Teatro Colón, se concentró en redactarla y salieron tres tomos. Por supuesto, quedaba agotado porque hay que mantenerse atento en cada instante. Glenn Gloud era capaz de repetir 40 veces unos compases de Bach que no salían bien. Marta Argerich hace lo mismo. El ejemplo de esos pianistas lo podemos aplicar a nuestra vida. Concentrarse significa aplicar toda la atención a una tarea y no distraerse. Cuando era joven para llegar al momento de concentración debía dedicar unos minutos a ordenar mi escritorio, buscar lapiceras, tener papeles a mano, sacar los libros obligados y poner diccionarios a mano. Luego emprendía la tarea y aunque quedaba fatigado en la mente, lo lograba. Soy fruto del trabajo agotador y no de la inteligencia brillante. Lo mismo hacen los buenos deportistas. No vale comenzar con ideas fijas y, por todos los medios, querer logarlas. La honestidad comienza por abrirse a la realidad y  no mentir.

Hay que tener metas, pero solas no sirven

Lograr algo no se hace con discursos, sino de trabajo callado y agobiante. De allí salen cosas óptimas. Así hizo el Dr. Albert Schweitzer, médico célebre por su tarea entre los leprosos de Lambarené (Gabón). Cuando acababa fatigado, descansaba tocando a Bach en un piano desvencijado, con calor insoportable. Sus tareas de cada día dando esperanza de vida a la gente, consiguieron poco a poco su meta. Vivió 90 años y mereció el premio de la Paz. La paciencia y la atención permiten entender que las metas solas, sirven para darte un cierto horizonte, pero hay que bajarlas a lo cotidiano.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *