¿En el trono o en la tierra?
ÍNDICE
¿Por qué nos sentimos superiores a los demás?
¿Por qué enseguida notamos las pequeñas faltas del prójimo, pero somos ciegos a nuestros grandes defectos? La respuesta es fácil. Nos ocupamos de los deslices de la gente porque nuestra atención está dirigida a los demás. No se nos escapa la más mínima falta de la gente.
Nos falta algo importante
No nos ejercitamos en observarnos a nosotros. Somos cómplices de quienes nos han dicho que éramos geniales. Ignoramos nuestro mapa mental. Carecemos del conocimiento de nosotros mismos y de nuestros prejuicios, clasificaciones y modos de juzgar. Pintamos un cuadro inocente de nosotros. Vemos el mundo defectuoso que nos rodea y pensamos que no formamos parte de él. El ejemplo típico son los profesionales: los demás son ignorantes, ellos saben.
Nos cuesta mucho trabajo poder cambiar
El único modo de poder ayudar a los demás es manifestar la propia debilidad. Los directores espirituales y confesores que tuve no ocultaban sus defectos, mal genio o fastidio. Al principio, me llamaba la atención, hasta que me dijeron que no debía verlos como perfectos sino como imperfectos que luchaban por conocerse. Me vinieron ganas de ser como ellos.
Lo que vemos depende de los escondido
La gente puede ser linda, pero ¿qué hay oculto? Cualquier verdad tiene una parte oscura detrás. El desarrollo espiritual exige prestar mucha atención, entender, reflexionar y juzgar antes de actuar. Sólo así podemos sobrevivir en este mundo lleno de peligros.
Un ejemplo
En 1955 pregunté a mi director espiritual si podía leer las novelas Las puertas del infierno, y Moscú 1979. Tuve que escribir el nombre del autor y de los libros en un papel. Dijo: La semana que viene te lo digo. Eso sucedió durante 4 semanas. Al fin me dijo: Me costó más de un mes leer las novelas: son buenas para entender lo que son capaces de hacer los soviéticos. Sí, leelas.