Catequesis

El Vía Crucis

Entre las prácticas sobresalientes de la Tradición Católica hay que enumerar al «Vía Crucis» o «Camino de la Cruz». Se realizaba en Jerusalén desde los primeros siglos como relata la monja gallega, peregrina, Egeria en el siglo cuatro, contando como se realizaba un Viernes Santo en la ciudad santa.

Tuvo diferentes modalidades. Una de ellas, la que prevaleció, fue la de hacer «estaciones» (del latín statio que significa parada de pie). Hubo distintas estaciones que se hacían a lo largo de un camino ya previsto. Los cristianos se detenían junto a distintas casas y en cada una recordaban algún episodio de la Pasión de Jesús, desde su oración en el Huerto, hasta su entierro en el sepulcro nuevo de Nicodemo y José de Arimatea. Algunos papas de los últimos años, cambiaron algunas estaciones en vez de las catorce acostumbradas. Sin embargo, a causa de los devocionarios antiguos han prevalecido las catorce estaciones. Incluso, aunque no es obligatorio, las iglesias católicas tienen las estaciones pintadas, dibujadas, talladas, colgadas o adornadas sobre sus paredes laterales. Una de ellas, la que no puede faltar es la estación de la muerte de Jesús. Juan Pablo II agregó una decimoquinta estación. Cristo Resucitado.

Esta práctica católica ha sido dotada de numerosas Indulgencias por los Pontífices romanos, no solo para el Viernes Santo y los viernes de Cuaresma, sino para cada vez que un católico realice un viaje espiritual por las catorce estaciones. Pablo VI de feliz memoria, comenzó la costumbre de que el Papa hiciera el Vía Crucis en el Coliseo romano, con textos muy trabajados y que se propaga por todo el mundo a través de la televisión. Los responsables de cada comunidad católica eligen el modo de hacer el Vía Crucis que no ha de faltar cada Viernes Santo. La tecnología permite ahora una actitud más contemplativa y comprensiva de los dolores del mundo.

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