El trabajo
En la sociedad Argentina actual se considera al trabajo como un castigo insufrible. El lunes es visto como el peor día de la semana y el viernes, como el anticipo de la liberación que traería el sábado y el domingo. Eso no es todo. Casi todo el pueblo comprueba que quienes atienden las oficinas y otras faenas, son groseros, desatentos, insolentes con los ancianos, hoscos y faltos del mínimo amor al prójimo. Eso ha creado una actitud de la gente, muy parecida. De modo, que la sociedad está en un proceso de declive de las buenas costumbres y el respeto.
Jesús, el Hijo de Dios, hecho hombre, entro en la historia humana y vició como un trabajador. ¿Alguno compararía a Jesús en el taller de Nazaret con las personas bárbaras que nos atienden en los viajes, trámites, hospitales , llamados telefónicos?
¿Qué es lo propio del trabajo de Jesús? No se queja de que el taller saca tiempo a su vida del espíritu. Al contrario, está convencido de que mediante el trabajo Él puede ayudar a su comunidad a progresar en los caminos del bien. Sabe bien que su esfuerzo ayuda al Bien de los demás. Conoce las penurias de la gente, hábitos y vicios: tolera a los impacientes y apurados. Nada le hace perder su corazón. Atiende a simpáticos y desagradables con igual actitud: no discrimina a sus clientes y vecinos.
Más aún, para Jesús el trabajo es hermoso. No hace nada feo, desabrido. Los frutos de su trabajo son admiración y agrado de parte de los demás. y Él también se siente «logrado» por lo que hace. Así se lo enseñó san José en el taller y la Virgen María en la casa. Puso en práctica los bellos proverbios bíblicos y los repite sin cesar.
Jesús sabe que la vida alterna trabajo y descanso. Quien ha «trabajado» con mal ánimo debe descansar el doble y no le alcanza, por eso el lunes sería el día maldito.
Una última nota básica: el varón engendra con su tarea, la mujer da a luz con su labor. Por eso, los solteros también engendran y dan a luz: una sociedad mejor.