Catequesis

El Sagrario

En los primeros tiempos del cristianismo la Eucaristía se celebraba cada domingo y si sobraban especies consagradas se consumían para que no quedara nada. Las persecuciones a los cristianos hicieron que no se reunieran cada vez en el mismo sitio. Sin embargo, pronto hubo enfermos o presos que querían participar del Cuerpo de Cristo y se inventaron las tecas o cajitas para llevarles la Eucaristía. Hacia el año 150 San Justino mártir en la «Apología» dice que los diáconos llevan la Eucaristía a los ausentes. San Tarsicio fue muerto cuando llevaba la Eucaristía a los presos. Santa Eudoxia antes del martirio en tiempos del emperador Trajano (años 53-113) entró en su oratorio y llevó la Hostia consagrada en su pecho. A causa de las persecuciones no se conservaba la Eucaristía en público para evitar profanaciones. Los cristianos llevaban la Eucaristía colgada al cuello en una teca, para comulgar en caso de peligro. Las constituciones apostólicas (hacia el 320) hablan de un tabernáculo que tenía una «píxide».
Cuando en el año 313 el cristianismo se convirtió en la religión del imperio romano, los lugares de culto fueron estables y el arte creó bellas mesas de altar y crucifijos. El Concilio de Tours en 567 habla de la «paloma» suspendida bajo ciborio. (En Francia las palomas duraron hasta la revolución de 1789. El Concilio de Verdún (sigloIV) manda que en el lugar donde se conserva la Eucaristía arda siempre una luz. El Sagrario es mencionado por el papa León IV en una carta al clero de Roma (año 855)
El culto de la Eucaristía fuera de la Misa nació de modo lento y quedó firme desde el siglo IX. En el siglo XI Berengario de Tours negó la presencia real (hereje). San Anselmo y Santa Hidegarda salieron a defender la tradición católica: uno con argumentos y otra con cantos. Más adelante surgió la fiesta de Corpus Christi y en cada iglesia se ordenó que hubiera un sagrario para dos fines: Conservar la Eucaristía para los enfermos y moribundos, y adorarla de modo privado. El pueblo cristiano tenía mucha devoción a la Eucaristía. Los católicos saludan a cristo presente, doblando su rodilla derecha al pasar delante de cada sagrario para manifestar la Fe en la presencia real y su adoración a este Sacramento. El amor a la Eucaristía es uno de los signos más claros del catolicismo actual y se funda en las palabras de Jesús: «Sin mí nada pueden hacer».

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