Catequesis

El pez por la boca muere

Los discípulos no entienden a Jesús y quieren ser grandes

Hacer nuestra voluntad o hacer la voluntad de Dios

Pedro, Santiago y Juan pertenecen al círculo íntimo que estuvo en la Transfiguración y se sienten con más derechos que los demás. Quieren estar flanqueando a Jesús cuando Él llegue a la gloria. Jesús se da cuenta que ellos se equivocaron: él no es la estrella que los va a hacer brillar junto a Él.

La copa de dolores

Jesús les pregunta si pueden beber la copa de dolor y salvación, si pueden recibir el Bautismo de muerte y resurrección. Quien quiere seguir a Jesús debe primero dejar todo, negarse a si mismo, tomar su propia cruz y ser su discípulo. O sea perder la vida para que otros la consigan. La Muerte y la Resurrección no son sucesivas: son las dos caras de una misma moneda. Vienen empaquetadas juntas. Es la experiencia de la libertad y la vida.

Con Jesús no se trata de escalar posiciones, sino de seguir un camino

Jesús no les puede conceder lo que quieren porque Él vino para hacer la voluntad del Padre, y aunque puede imaginar lo que le espera todavía no lo ha pasado. Nosotros no tendremos que pasar exactamente lo mismo que Jesús. Pero cada uno sabe que de algún modo tenemos que confiar en el plan de Dios y seguir el camino sin quejarnos ni protestar. Lo único indispensable es seguir el camino de Jesús y no el nuestro: basta de bebida, basta de mentira, basta de sexo fácil, basta de traición. También nosotros nos cansamos de los trepadores en el ámbito social, político o religioso. Aunque sepamos que trepar es otra manera de decir “arrastrarse”. Si algunos se arrastran por el barro con tal de conseguir dinero, poder y fama. Jesús no vino para formar una casta siniestra que empuja para abajo a los competidores. La comunidad de Jesús es para curar ese demonio.

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