El mundo actual exige decisiones
Cada uno cumpliendo su misión
Parece que la Iglesia, laicos, religiosos, religiosas, sacerdotes y obispos estamos achatados, esperando que otros hagan algo, que no sabemos qué es.
Es como el cuento del campesino que un día, frente al hambre de su familia, se decide salir de cacería. Luego de una jornada improductiva, se sienta cansado bajo la sombra de un árbol. Después de un tiempo, un conejo que venía huyendo de un predador embistió precisamente el árbol bajo el cual el campesino reposaba. Esa noche, el hombre pudo llevar el alimento a su familia sin ningún esfuerzo. Desde ese día, dejó de trabajar y cada mañana volvía a sentarse debajo del árbol, a la espera de otra presa fácil. Como no apareció ninguna, el campesino y su familia se fueron volviendo más pobres que nunca.
Los obispos tienen una alta responsabilidad que cumplir. Deben dar el ejemplo y lograr una renovación que insufle los corazones de quienes formamos la Iglesia. El pueblo se cansa de oír sólo do o tres temas que les preocupan. ¿Por qué no enseñan sobre tantas cosas valiosas que
no tienen aclaraciones?
Los sacerdotes, religiosas y religiosos tienen una misión distinta a la de los obispos, porque son quienes están junto al pueblo; necesitan desplegar los dones recibidos en bien de un claro y misericordioso anuncio del Evangelio de Jesús.
Los fieles debemos estar unidos a los demás laicos, aportando ideas y trabajando para que las cosas armonicen en la unidad y crezcan para la gloria de Dios. No podemos esperar todo de los sacerdotes y las monjas. Recordemos que muchos laicos han sido mártires por anunciar el Reino.
El mundo actual nos necesita como Iglesia que funcione como un sistema integrado y sólido. Necesita que seamos “quijotes”, donde dejemos de cruzarnos de brazo frente a tanta injusticia, desidia y pobreza. Nuestra pequeña acción puede transformar la realidad en que vivimos, y hacer que otros nos imiten. La misericordia exige responsabilidad, decisiones, movimiento, libertad espiritual.