Párroco

El mejor papel para envolver pescado

Una mujer devota me dijo: Monseñor, descubrí que el boletín parroquial es muy bueno.
Curioso, pregunté: ¿Lo lleva todos los domingos?
Sí, me contestó, no me lo pierdo.
¡Qué bueno!, repliqué. Me alegro que le guste tanto.
Si, Monseñor, es que el papel del boletín es el mejor que encontré para cocinar el pescado.
Quedé contento, pese a todo, porque al menos el boletín servía para algo. Peor hubiese sido que lo descartase y lo tirase al cesto.
Preparo el boletín parroquial desde hace 24 años. Con fatiga y paciencia. Me anima un fuerte deseo para no dejar esa labor. Sólo me mortifica que la gente no diga nada sobre el contenido. Lo llevan y jamás recibí una palabra para mejorarlo.
Pienso que soy yo el culpable de esa falta de respaldo, por no tener un comité consultivo. El boletín sale con viñetas semanales que terminan por cansar a la gente, himnos de la fe cristiana que la gente no disfruta porque carece de la formación poética para poder juzgarlos. ¿si quienes vienen a la Iglesia no tienen ganas de cantar las alabanzas de Dios, como van a gozar con la lírica de un bello himno? Además eso del «amor» esta bien, pero ¿por qué parece tan difícil? ¿Por qué doy tantas vueltas para explicar el amor? Y esa historia parroquial en breves capítulos ¿cuándo la termino?
Bueno, menos mal que ahora aparecen fábulas para niños discapacitados. Por lo menos, ahora hay algo entretenido. Considero que la parroquia no debe hacer propaganda a ricos y famosos.
Quizá no se atreven a criticarme. ¡Si supieran que Tevez me invitó a su casorio!

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