Amor y Alegría,  Ciencia

El homo sapiens es maestro

Antonio Battro

La ciencia nos da hoy datos sobre aprender y enseñar. A la luz de las búsquedas  recientes había que discutir cuál es el saber real que tenemos del hombre.  No es posible recorrer aquí los muchos hallazgos que enriquecen cada día nuestros conceptos e intuiciones sobre el hombre: audaces estudios del genoma, del cerebro, de los huesos fósiles.

Dios es amor (1 Juan 4:8). Dios creó al mundo y al hombre por amor. Al hacerlo dejó una fuente inagotable de amor en el mundo en manos del hombre, que se renueva cada año. La fuente del amor en el mundo es el hombre. El animal no ama como lo hace el Hombre sabio.

Este amor único y propio del hombre es el hallazgo en África de restos fósiles de cientos de miles de años que indican el cuidado de los enfermos por los hombres primitivos. Eso es vibrante y nos habla sobre la natura amorosa del hombre, creado a imagen de Dios amor.

Los estudios de neuronas identificaron el proceso de aprender común al hombre y al animal.  Sorpresa: ambos tienen la misma intuición numérica sobre cantidades aún antes de aprender a contar. La novedad es que ningún animal es capaz de enseñar al modo del hombre: un niño de 3 años es capaz de enseñar a otro a jugar, pero el animal carece de una teoría de la mente para ponerse en el lugar del otro, cambiar de óptica, ver una traba en la comprensión. Se precisa una cabeza de hombre para mostrar esta habilidad didáctica. Dicho breve, el hombre es el único que aprendió a enseñar. Ese cambio evolutivo resultó creador y dio lugar a la cultura en cada forma. Somos la especie Hombre educable, y es su deber   exclusivo educar a quienes vienen, que a su vez deberán hacerlo con otros. El declinar de la educación es una injusticia social, y daña al propio hombre. Precisamos cerebros educados para sobrevivir. La educación es fruto del amor.

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