El bautismo de niños pequeños: una propuesta
Muchas parroquias están comprendiendo que la celebración de los sacramentos es la ocasión de una pastoral centrada en lo esencial. Así, por ejemplo, los ritos de Iniciación cristiana de adultos, forman un proceso, cuando se celebran con su riqueza simbólica y transformadora, representan un llamado a la conversión no sólo de los candidatos, sino de la comunidad. La celebración del Bautismo de infantes, si se compara con el itinerario de la Iniciación cristiana de adultos, es pálida y deslucida. El Bautismo de infantes exige una atención y una creatividad mayor que la existente. Es una pena que haya parroquias que bauticen a los infantes sin la preparación de padres y padrinos, como quiere la Iglesia. y que los ritos carezcan del decoro que pide la Iglesia.
En las parroquias en donde he sido párroco, dedicamos mucho esfuerzo al itinerario de la Insciación Cristiana de adultos. Eso nos condujo a algunos interrogantes: ¿Por qué bautizamos a los niños los domingos a la tarde, sin la presencia de la comunidad? ¿Por qué falta el canto y la música en las celebraciones bautismales? ¿Por qué la Palabra de Dios es la parienta pobre en las celebraciones bautismales. pues no hay lectores como en la Misa? ¿Por qué hay que celebrar el Bautismo de infantes sin ayudantes? ¿Por qué los ritos que marcan el proceso bautismal de los adultos eran bien vistos por la comunidad dominical, y por qué protestaba cuando habia Misas con Bautismo de infantes, diciendo en que cran muy largas», dejando de venir los domingos en que se sabia o se preveia que iba a ver Bautismos de niños? ¿Por qué a los candidatos a los Sacramentos de Iniciación cristiana se les exigia un compromiso que requeria mucho tiempo de reflexión y oración, y a los padres y padrinos de los niños no se les pedia lo mismo? ¿Por qué los sacerdotes, para no perter Bautismos, aceptaban suspender las reuniones prebautismales y no le molestaban cuando no aparecían los padrinos o faltaba alguno de los padres, en una sociedad como la nuestra donde casi todo el mundo consigue permisos para cualquier cosa? En fin, nos dimos cuenta que no éramos los únicos en plantearnos estas preguntas, y que la Iglesia Católica en nuestro país estaba preocupada por la cuestión del Bautismo.
El nuevo Ritual del Bautismo de infantes, fruto del Concilio Vaticano II es de 1969. Pero ya en la década del ’50 habían comenzado los interrogantes sobre la cuestión del Bautismo de niños. El planteo era previo al tema de la religiosidad popular y se manifestaba en la preocupación de bautizar infantes que probablemente jamás serían confirmados ni recibirían la Eucaristía. El tema de aquel momento era la descristinización de Europa. Los obispos de Francia advirtieron sobre el tema. Algún teólogo rechazó el planteo de «descristinización» y habló de «descatequización» del pueblo cristiano. De todos modos, la situación es más o menos esta: para los actuales católicos, en su mayoría, el Bautismo de infantes responde a una concepción meramente natural, con una cierta mención a la vida eterna, por la cual este rito es la entrada de la criatura en el entorno de parientes y amigos de los padres y la ocasión para hacer una fiesta.
Por consiguiente, por todas partes se comenzó a requerir antes del Bautismo de niños unas reuniones de los padres y padrinos, para reflexionar sobre el sentido del Bautismo, para orar y recibir una catequesis sobre el rito. La intención de estas reuniones era dar una experiencia de la vida de la Iglesia, en la que no participaban activamente, a los padres y padrinos. Esta experiencia parecía muy buena en la década del 60: la asumimos convencidos, pues sentíamos que iba a cambiar mucho a la Iglesia. El Concilio Vaticano II la asumió y el Directorio que precede al ritual del bautismo de infantes insiste en ella varias veces. En realidad, la celebración del bautismo de infantes se había reducido a una repetición mecánica de ritos y fórmulas, sin la menor referencia a la incorporación a la comunidad de los creyentes. La recepción del nuevo Ritual en 1969 fue bastante entusiasta. Los interrogantes surgieron después que se publicó la Iniciación cristiana de adultos, porque caímos en la cuenta que el rito infantil había comprimido en una sola celebración un itinerario lógico para adultos. Por eso, si deseamos plantear bien el bautismo de infantes, necesitamos referirnos al encuadre que da el rito de la Iniciación cristiana de adultos.
ÍNDICE
Para entender el Bautismo de infantes
Hemos olvidado la dimensión comunitaria del bautismo. Ese olvido puede costar caro a la Iglesia. El Pueblo de Dios es el responsable del Bautismo En la práctica, el pueblo de Dios, en cuanto asamblea, está ausente. La comunidad de la fe que, según la Iglesia, es el principal ministro del bautismo (Directorio, n.7) se ha eliminado y no está presente para acompañar a la familia y los padres de quien va a ser incorporado a su seno. En la mente de la Iglesia, la presencia activa de la comunidad es una parte integral de la celebración. Seria equivocado pensar que la comunidad debe preocuparse de los niños cuando llegan para el catecismo. El clima de fe de la Iglesia reunida va a ayudar a los padres y padrinos a entender un poco más el misterio de Cristo y de la Iglesia. Es evidente que el rito se dirige a los adultos presentes y no al bebé, aunque sea el personaje central de la escena. Si la comunidad está ausente, el pueblo de Dios no asume su responsabilidad por la Iglesia. Si la comunidad está ausente, el niño también es dejado solo sin el apoyo vital al que tiene derecho. Los padres deben prepararse, además, porque ellos también desempeñan un papel esencial ante la comunidad y ante el niño. Así lo manda el ritual. Sin la participación plena, consciente y activa de la comunidad y de los padres, el Bautismo queda como un mero ritual sin repercusión en la vida de los padres, parientes, padrinos y amigos. Algo semejante pasa con los casamientos.
La Iglesia manda que normalmente el bautismo sea celebrado en el día en que los cristianos conmemoran la resurrección del Señor. Por tanto, la lógica de la fe indica que el bautismo sea celebrado en la asamblea de la Eucaristía que reúne a los creyentes en torno al Cuerpo y la Sangre del Señor. ¿Cómo celebrar el bautismo en la plenitud de su simbolismo durante la Eucaristía, sin romper el ritmo de la celebración dominical? Algunos lo hacen, suprimiendo elementos del Bautismo, lo que es dañoso para la Iglesia. Nos planteamos esto con dos preguntas: ¿Cómo podemos celebrar el bautismo respetando su integridad y su dimensión comunitaria? ¿Cómo podemos celebrarlo en la Misa respetando su integridad? Llegamos a esta solución que nos está dando un resultado positivo.
Un itinerario para la celebración del bautismo de infantes
Establecimos tres encuentros previos con padres y padrinos para leer el Evangelio de tres domingos sucesivos. Miembros de la comunidad y los responsables de la preparación prebautismal están presentes. Cada uno tiene el texto del Evangelio que se va a comentar. El comentario de cada uno permite profundizar la Palabra de Dios y la revelación de Jesucristo, y sin dar clases de bautismo», el tema bautismal aparece de una u otra manera. El encuentro fraternal y animado, con aclaración de dificultades del texto por el sacerdote, y la visión eclesial, teologica, litúrgica y espiritual que da el Evangelio, provoca descubrimiento y asombro en los participantes, tanto en padres y padrinos, como en los creyentes que luego vendrán a la celebración del bautismo. Los fieles que vienen son distintos cada vez la parroquia gana, pues algunos al menos una vez participan de estos comentarios que permiten poner el fundamento de la fe trinitaria
Tres encuentros, porque dividimos el Bautismo de infantes en un itinerario de tres domingos, según la lógica que posee el rito bautismal de niños. En el primer domingo hacemos los ritos iniciales que normalmente se realizan antes del comienzo de la misa: proclamación del nombre de su hijo por los padres, interrogatono a padres y padrinos, signación con la señal de la Cruz por parte del sacerdote, los padres, padrinos y abuelos. Luego los fieles extienden su mano mientras se hace ingresar al niño en la comunidad.
El segundo domingo incluye la profesión de fe de padres y padrinos, y el exorcismo junto a la unión con el óleo de los catecúmenos a los niños. Esto sucede normalmente después de la homilia. Otra vez la comunidad extiende su mano para bendecir a la criatura.
El tercer domingo, después de la prédica, se llama a cada criatura a la fuente bautismal: luego del Bautismo, el sacerdote reza la oración de unción para todos y unge con el Crisma a cada niño La vestición de los infantes con el vestido blanco sigue mientras la comunidad canta Aleluia. Prosigue la Misa hasta después de la oración postcomunión, en que se entrega el cirio bautismal y se presenta a los niños a la Virgen María. Luego de la Bendición se acompaña a la familia hasta el ingreso para ser saludados por la comunidad.
¿Cómo respondió la parroquia?
Los más preocupados fueron los padres que venían a pedir el bautismo. Poco o nada acostumbrados a participar de la Misa dominical, les parecía demasiado venir a tres Misas. Poco a poco fueron comprendiendo el sentido y la belleza de los ritos bautismales. Los que habían ido a bautizar a sus hijos en donde no hacen reuniones previas y bautizan a los niños rápidamente, trajeron a sus segundos hijos «porque querían un bautismo significativo». La respuesta de la gente es alentadora. Los habituales ni se dieron cuenta que las tres Misas duraban unos pocos minutos más. Empezaron a valorar más su bautismo y la Vigilia pascual. El pueblo se dió cuenta de su papel y su responsabilidad de sostener a los miembros más débiles, los padres que no practican la fe cristiana. No quitamos ningún rito al bautismo, y no hicimos «pesada» la Misa. Conseguimos hacer descubrir la profundidad y sentido del rito bautismal. Y este proceso lo repetimos once o doce veces por año, con la consiguiente riqueza espiritual de un proceso que respeta la integridad de la Eucaristía y del Bautismo. La respuesta de los padres de los niños ha sido positiva: muchos han vuelto a Misa o vienen regularmente, muchos han vuelto a tomar el Nuevo Testamento como libro de cabecera, algunos han valorado más el misterio de la Eucaristía, como la Pascua semanal. Quisimos hacer una celebración festiva del Bautismo y una agradable preparación de padres y padrinos. Lo logramos. Es sólo un ejemplo posible.