Educación

Disfruta sin quejarte

Hay personas que no pueden evitar quejarse de algo. Se trata de un indicio de senilidad. Ya no pueden vivir la vida aceptando las dificultades de cada día. Por el contrario, el hombre sabio conoce la realidad de que vivir cada día es una milicia, o sea, exige fuerza y superación de los fracasos. Si todo fuera fácil, entonces no habría por qué esperar el Cielo. Por eso, dice san Pablo: Procedan en todo sin murmuraciones ni discusiones (Filipenses 2:14).

Otras personas tienen una propensión a murmurar del prójimo. San Pablo dice a Tito (2:3): las mujeres de edad no deben ser murmuradoras. La murmuración es un vicio contra la virtud de la templanza, No saben controlar lo que saben de los demás. Su boca es una canilla abierta sobre los defectos reales o imaginarios del prójimo. Esa actitud los va amargando y ua no son fieles al don de la alegría que nos da el Espíritu Santo. No se puede vivir de ese modo que frustra al murmurador y destroza al prójimo. Al contrario, el cristiano cuida de no manchar en lo más mínimo la buena fama de los demás. Jesús lo dice bien claramente en Mateo 7:3: ¿Por qué te fijas en la paja que está en el ojo de tu hermano y no adviertes la viga quye está en el tuyo?

Otra gente es capaz de discutir por nimiedades. ¿Por qué? Porque ellos piensan que nunca se equivocan, que tienen una memoria sin grietas, y que los demás están errados. Son capaces de seguir discutiendo una pavada por horas. Estos tampoco saben vivir. ¿Qué ganan con esas discusiones? Son esclavos de su falta de humildad (Tito 3:3). En conclusión, felices quienes pueden aceptar los males y mantener el corazón en Dios.

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