Dios es bendito y bendice
Somos hechos a imagen y semejanza de Dios: el secreto más íntimo es que somos especiales. Es una verdad profunda. Pero, no es fácil de creer. La vida y las circunstancias nos cansan y nos tientan para pensar lo opuesto. Le pasó a Jesús.
Jesús fue tentado. Fue preparado a su fragilidad: en su Bautismo, oyó al Padre: Eres mi Hijo amado. Esas palabras formaron su consciencia. Saber que era amado. Y durante toda su vida, Jesús luchó para creer eso.
Después del Bautismo el Espíritu lo llevó al desierto en donde ayunó, y después tuvo hambre. La Escritura no describe el hambre física. Jesús se sintió tan solo que sintió la fragilidad de que no era el Hijo bendito de Dios.
Estas fueron las 3 tentaciones:
1. Si eres el Hijo bendito de Dios convierte estas piedras en pan. ¿Por qué tu vida esta tan vacía? Jesús responde: Puedo estar vacío, y bendito sea Dios. Ser amado no depende de cuan llena este la vida en un determinado momento.
2. La Gloria humana y su falta. Si eres el Bendito Hijo de Dios ¿cómo no eres nadie? No eres famoso, ni conocido sino anónimo. Jesús responde: Yo soy un don nadie y bendito sea Dios. La Bendición no depende de la fama y del apellido.
3. Jesús responde: No hay que tentar a Dios. La tentación y cómo debemos resistirla está en su respuesta. Somos Benditos Hijo de Dios aun cuando tengamos que tomar el colectivo.
Hay que recordar sin cesar que somos Hijos especiales de Dios, aun cuando nuestras vidas parezcan vacías, anónimas y sin privilegios, porque no pasaremos la vida pidiendo a Dios que manifieste con milagros que somos especiales, porque somos comunes.