Amor y Alegría

Deseamos que Dios nos hable

A cada uno Dios habla

Sabemos que Dios habló directo a personas santas. Se llaman locuciones interiores. Eso es raro. Por lo común Dios nos habla en el contexto en que vivimos y nos movemos.

Dios nos habla mediante nuestras legítimas y honestas necesidades

Dios nos habla por medio de las personas que nos protegen, cuidan, ayudan, sirven, que son las formas del verdadero amor. Dios nos habla a medida que crecemos en lo espiritual, elevando nuestros niveles de consciencia. El habla cuando aceptamos el sufrir, guardamos la esperanza, no miramos “hacia atrás”. Dios nos habla cuando nos damos cuenta que hay otros que sufren tanto o más que nosotros; cuando sanamos las heridas de la niñez mediante la oración silenciosa; cuando escuchamos la Palabra santa; cuando confesamos nuestros pecados y encontramos un confesor que sabe escuchar.

Dios nos habla mediante nuestros deseos más profundos y nuestros sueños

A veces dejamos de lado esos deseos buenos, como imposibles y seguimos viviendo una vida monótona y mortífera. Además, ¿quién presta atención a los sueños? Los contamos y nos dicen que estamos locos: y nos callamos para siempre, como niños inquietos a quienes la maestra de música dice que no sirven para cantar. Los sueños pueden ser interpretados. Hay gente que sabe hacerlo. Sólo necesitamos anotar algunas palabras clave en una libreta que tengamos al lado de la cama, para poder reconstruirlos al despertar. Recordemos que Dios habló en sueños a José dos veces por medio del arcángel Gabriel. Antes de eso, Dios habló en sueños al otro José, el hijo de Jacob, a quien sus hermanos vendieron y llegó a ser el más importante del Egipto faraónico.

Dios nos habla mediante nuestros talentos y habilidades

Cada uno debe hacer la lista de sus talentos y ceñirse a ellos. Quien es hábil artesano, precisa cada día mejorar en su arte. Quien es maestro, debe preparar sus clases. Quien es ama de casa, no se conforma con hacer la misma comida que no alimenta: necesita conocer el valor nutritivo de lo que da a su familia.

Dios nos habla cuando oramos en la Iglesia o en casa

De pronto surge una idea o una meta. Es preciso salir del ajetreo diario para entrar en el silencio. Aquietar el ánimo, silenciar la mente, despejar el corazón. Entonces oímos con claridad cosas sorprendentes y vemos aspectos de la vida que parecían borrados.

Dios nos habla cuando leemos libros o textos, buenos o malos

El Señor nos inspira preguntas críticas sobre lo que leemos, y nos impulsa a tirar un libro o a asumirlo como libro de cabecera. Hay meditaciones de los santos, reflexiones de los eruditos e ideas de los filósofos y teólogos que ayudan a vivir mirando el horizonte.

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