
Declinación moral de la sociedad
Nuestra sociedad ha estado pendiente de las cuestiones económicas desde hace años. Nadie desconoce que, hasta las personas ancianas, mucha gente se ha ocupado de «estudiar» las tasas de interés para depositar sus dineros. En varias oportunidades hemos alertado a la opinión pública sobre los peligros de esta obsesión «economicista». Ya se ven los efectos de esa enfermedad: la división política y el suicidio cultural promovido por los medios televisivos.
Queremos proponer cuáles serían las acciones más importantes que debemos emprender para levantar la vida moral de los ciudadanos. Sugerimos cinco. La primera es aumentar las conductas «sociales» tales como moderación y supresión de bebidas, comidas, uso sexual indebido, uso de psicofármacos y drogas, violencia, etc. La conducta social proviene del convencimiento de que cada uno puede ayudar a otros con su ejemplo, palabras, acciones, ayudas, generosidad. Más que usar el dinero que queda, en cosas superfluas o en «inversiones financieras», hay que usarlo en cosas productivas: instituciones de bien público, ayudas fraternas a maestras del interior, remodelación de escuelas, construcción de carpinterías y otros adjuntos en las aldeas más necesitadas, promoción de los artistas y de la vida religiosa.
La segunda acción consiste en fortalecer a la familia. Para eso, se requiere preparar desde la niñez a contemplar familias unidas por el amor, la tolerancia y el diálogo verdadero. Impedir que la obsesión sobre cuestiones económicas destruya el diálogo y el cariño entre esposos e hijos. Sostener a los que se inclinan por el divorcio, ayudar a remontar el problema de tantos hijos ilegítimos y de embarazos de adolescentes. Contener a las mujeres jefas de familia dándoles esperanza para ellas y sus hijos.
Una tercera acción es participar de organizaciones sin fines de lucro, sin caer en el cansancio ante el desinterés de la sociedad, sino con todo el corazón. Al hacernos miembros de esas instituciones promovemos la confianza hacia las personas y contribuimos a elevar a muchísima gente, tanta o más que la gente ayudada por el Estado. Los voluntarios de las obras de ayuda al prójimo, de promoción del arte y la religión, forman un verdadero «capital social», tan importante como «las reservas» de los bancos. Olvidar esto es un crimen.
También necesitamos volver a concebir el trabajo como una acción moral. Es la cuarta acción. Nos han infectado con la idea de que el trabajo sería «un castigo». Es falso. Tan falso que esa idea ha dado origen a una nueva «religión» de gente que se perdona cualquier cosa, que dice que trabaja y no lo hace, que gana un sueldo pero no con «el sudor de su frente». El trabajo es fuente de moralidad, y en la medida en que asumimos el trabajo con alegría fomentamos una sociedad fundada en un alto nivel de moral.
Permítannos señalar una quinta acción que se ha visto erosionada en los últimos tiempos: se trata de promover las actividades de aprendizaje escolar y enriquecimiento intelectual. No sólo hay que saber leer y escribir, sino hay que lograr éxitos mediante el estudio, el esfuerzo reflexivo, y las oportunidades para los talentosos. Si levantamos el nivel escolar e intelectual de nuestra gente, habremos edificado los cimientos para una religión católica que levanta la cultura y una Argentina capaz de dar su cuota a la paz del mundo.


Un comentario
Fr. Don Billiard, ofm
Dear P. Osvaldo
Thank you for this clear, concise 5 point essay highlighting societal goals through individual participation. I have copied it for further reflection and understanding.
Fr. Don