Catequesis

CUARESMA: los 40 días

Oración, ayuno y limosna

Además de las Santos Padres, que son los adalides de la Tradición católica, hubo otros hombres sabios que se dedicaron a profundizar en la Fe, y por distintos motivos la Iglesia no les concedió el título de “santos”. Son los escritores eclesiásticos, así se llaman. Entre ellos sobresale en el siglo III Orígenes de Alejandría (Egipto), que murió en el año 254.

Les presento un texto de Orígenes, autor prolífico que escribió cientos de tratados sobre cuestiones de la Fe y comentarios a las S. Escrituras, así como muchas homilías (prédicas) sobre los textos de la Biblia. Se trata de un texto sobre las dos razones del ayuno cristiano.

“El cristiano tiene libertad de ayunar en cualquier tiempo, pero no por superstición sino por la virtud de la templanza, o sea la moderación de los apetitos. Esta es la razón del ayuno cristiano. Sin embargo, todavía hay otra razón más religiosa, cuya alabanza se encuentra en las cartas de algunos de los apóstoles. Porque en cierto libro escrito por los apóstoles encontramos que se dice: Dichoso el que ayuna para ayudar al pobre. Este ayuno es grato ante Dios y es suficiente porque imita a Jesucristo, que dio su vida por sus hermanos.

Homilía sobre Levítico 10, 2, en la Patrología Griega, vol. XII, col. 528

Esa virtud que menciona Orígenes, la templanza, se refiere a la comida, la bebida, el sexo y todo lo sea adicción. Se puede ayunar de televisión, también. Es sabido que algunas personas obesas, comen secretamente mucho, porque la grasa que tienen les da seguridad. Se sienten seguras con la gordura. Y lo mismo pasa con las otras tendencias de la concupiscencia.

Sin embargo, el gran sabio afirma que el ayuno que se hace para dedicar lo ayunado a servir a los necesitados es más agradable a Dios, porque así fue la vida de su Hijo Jesús: orar, ayunar, ayudar al pobre o despreciado. La Iglesia ha mantenido la Cuaresma para poder llegar livianos a la Pascua. La mejor manera de alivianarse es ser absuelto de sus pecados. Pues ellos impiden correr hacia Cristo.

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